Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)

Sueño / 167 El término es ingrato y decisivo. Como una trampa, como una fórmula muerta, como un bando en estado de excepción. El neologismo mezcla sin pudor lo nue- vo – neo – con libertad – liberalismo –, produciendo el efecto malsano de tener que contestar a esta promesa engañosa reduciendo las partes -novedad y libertad- a la nada ninguna. + x + = 0 La palabra neoliberalismo , ¿es un significante? Sí, en tanto define, ni más ni menos, sujetos: “un significan- te”, decía Lacan, “es lo que representa un sujeto para otro significante”. En la cadena discursiva, que en este caso es, a todas luces, social, la palabra neoliberalismo es significante en la medida que pone en relación a los sujetos sociales sobre la base de lo que Lacan llamaba el discurso del amo, devenido capitalista. Produce su- jetos, aun en su alienación redoblada por la ilusión de una vida light . Sujetos transformados en objetos, en la cifra pura y dura del provecho mercantil. El efecto neoliberal no representa entonces, simple- mente, un valor económico; ni siquiera una ideología, animada por el ideal de un emprendimiento individual cuya consecuencia sería un bien común alimentado por la suma de las partes, es decir, todos nosotros. El llamado neoliberalismo produce, sobre todo, efectos de sujeto(s): determina modos de ser, de vivir, de actuar, de relacionarnos unos con otros; donde la condición inconsciente -por lo tanto, no sabida del todo- de esa vida, resulta del hecho que nos compramos una prome- sa que pretende cubrirlo todo a partir de la nada que es Neoliberalismo el resultado que provoca en nosotros, sujetos que nos encontramos sujetos a esta trampa astuta. Mucho se dice y se escribe hoy en día sobre esta ex- presión fría y mercantil: Neoliberalismo . La crítica política la denuncia como emblema de una voluntad anonadante. Sin embargo, curiosa paradoja, la derecha conservadora o “liberal”, sus supuestos portavoces -de esa política dura y aparentemente nueva- no necesitan enarbolarla ideológicamente. Basta con ejercerla de hecho. ¿Se ha escuchado alguna vez a un empresario, a un defensor de la libre empresa o de la economía de mercado, hablar de… neoliberalismo? Por supuesto que no. Buena parte del efecto discursivo que produce, sobre todo en quienes queremos erradicarla como un mal sueño, es que terminamos hablando de ella siendo que es todo y nada; porque el significante aquí no sig- nifica nada, golpeándonos contra los muros de las pala- bras que alguna vez dijeron algo -nuevas cosas, buenas libertades. ¿Antídoto frente a este veneno, a este totalitarismo soft? Al menos, decir mejor las cosas. Decantar lo esencial a costa de lo superfluo. Lo esencial es simple y brutal: la oferta neoliberal mata lo público, a expensas de lo privado. Vuelve lo privado, lo íntimo, un asunto social en la colectivización de una ilusión: el porvenir de una ilusión , diría Freud, que es nuestro presente. Transforma el interés público en la suma de intereses muertos, en su estrecha vida privada. Novedad + libertad = 0. Peor aún: -1.

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