Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)
156 / LAPSOS _ depósito de materiales 2012–2016 Sueños e historia Matías Marchant El sueño es un fragmento de historia individual que ha sido despojado de su condición histórica, el sueño narra una historia bien particular: la historia del deseo, pero historia al fin y al cabo. El sueño relata deseos ocurridos e impedidos en su anhelo por diversas circunstancias. La represión le ha sustraído la dimensión histórica al recuerdo al que apunta el sueño. El trabajo psicoana- lítico tiene por propósito una interpretación que per- mita recobrar lo perdido: un recuerdo que a la vez es un deseo. La interpretación no es solo de lo anhelado por el aparato psíquico hacia delante, hacia el futuro, es también el enunciado del punto de clivaje en donde ambos términos (recuerdo y deseo) fueron separados; así se monta el sistema de la repetición, búsqueda de un futuro a partir de un pasado insatisfecho. Buena par- te del trabajo clínico consiste en ir urdiendo presente y pasado a través del análisis de la neurosis de transfe- rencia. La transferencia como pieza de repetición opera como testimonio de una experiencia pasada marcada por un dolor, separación o un golpe de fuerza. Muchas veces los intentos de unir el padecer con el presente no logran evocar ningún recuerdo propio, a tal punto que, como dice Freud, es necesario hacer una construcción. A falta de recuerdo, se propone una historia nueva, en otros términos, se formula un mito de origen tal como se lo señala desde la tradición freudiana. Desde mi pun- to de vista no basta con construir un recuerdo a falta de memoria, es necesario el trabajo de historización. Muchas veces el sueño se constituye como un recuer- do prestado. Como cuando los pacientes nos dicen, que no saben si lo recuerda o le fue contado cómo eran en su infancia. Los recuerdos del otro, llenan lagunas que explican un comienzo o un inicio. “Decían de mí que yo era muy curioso”, “Me decían que era de esta u otra manera”. No queda otra alternativa que resignarse a confiar en el recuerdo de otro, por vergonzoso e irre- conocible que sea el recuerdo aludido. En otras oportunidades no se le puede dar crédito a lo recordado, se lo considera plausible, pero no se tiene una huella propia. No obstante es un registro y testimo- nio -las más de la veces verdadero- que no lo encontra- mos en nosotros mismos. (…) Los secretos en la infancia, son cosas de todos los días. Es el lugar privilegiado del silencio. La infancia, recu- perando su sentido etimológico, significa que se con- sidera al niño como incapacitado para ofrecerse como superficie de inscripción de lo vivido, lo sentido y lo pensado. Así, los secretos familiares son vividos por el infante como cortocircuitos de una comunicación. Reiteradamente para Maud Mannoni en su obra escri- ta, el malestar de la infancia es la mentira de sus padres. Que es la sustitución del recuerdo por algo que se ha fantaseado, o un espacio en blanco que es negación e interrupción de la posibilidad del intercambio. Un recuerdo es un pedazo de historia. Un secreto es una historia que no debe ser contada, pero sí guardada, tiene su peso propio. Una mentira es la sustitución del recuerdo por una fantasía. Así podemos llegar a decir que un sueño es un recuerdo sin historia, que opera como un secreto que debe ser sustituido por una nueva ficción o fantasía que busca nuevas superficies de ins- cripción. Sueño y análisis -dice Freud- se han olvidado, ahora po- demos avanzar un poco más en lo resolución del enig- ma inicialmente planteado. En el olvido, con él, se ha ido la historia que era soporte. Un sueño es recordado y eventualmente su análisis, cuando la historia vuelve a hacerse presente, con ello se puede acceder al sueño y muchas veces a su análisis. El sueño tiene un vínculo profundo y verdadero con la historia. Pero no con cual- quier historia, se trata de la historia del deseo, deseo la mayor parte de las veces, que no ha tenido lugar. ¿Qué es la historia para el psicoanálisis? Podríamos de- cir que es un libro, así como un cuerpo (en sus síntomas por ejemplo) que se presenta y un sueño que se cuenta. Se aloja en el cuerpo, un cuerpo que es soporte de lo escrito por la experiencia. Un cuerpo, que, a modo de superficie de inscripción, permite la escritura. Un cuer- po es un libro en donde queda huella y registro de lo vi- vido. Muchas veces es el cuerpo del otro el que autoriza lo vivido y lo vuelve en una experiencia compartida que lo convierte así, en historia. Dos sujetos se reconocen porque cada cuerpo sostiene la historia que por sí solo, a duras penas, se puede llevar a cuestas. Interpretar el soñar es buscar la historia borrada de dónde emerge lo inconfesable para la conciencia o lo incompatible para el superyó, o lo no recordable. Soñar es dar un lugar de verdad a la mentira, soñar es despren- derse de lo vívido, de lo acontecido, para encontrar un lugar en lo psíquico a falta de cuerpo que actúe como soporte de lo deseado.
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