Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)

122 / LAPSOS _ depósito de materiales 2012–2016 Sobre el pinochetismo mapuche André Menard Difícilmente serán algún día suficientes, pero contamos con valiosos trabajos sobre el impacto del golpe de estado y de la dictadura en las comunidades mapuche, de la violencia que se desató sobre ellas, de la participación de civiles en ésta, de las campañas de desinformación, etc. Contamos también con lecturas sobre las po- líticas que desde el gobierno se dirigieron a estas poblaciones y en las que se han identificado las orientaciones ideológicas que las determinaron, como el explícito intento de disolución de las especificidades étnicas tras criterios tan nacionalistas como economicistas. Junto con rescatar estos esfuerzos de denuncia, aquí nos in- teresa abordar, o proponer ciertas pistas que permitan abordar otras dimensiones de esta relación entre mapuche (y pueblos indígenas en general) y dictadura, y que han sido mucho menos tratadas. Pensamos específicamente en, por un lado, las formas ya no simplemente asimilacionistas o negativas en cuanto a la especifici- dad social y cultural mapuche, en que se pudieron expresar políticas afirmativas de cierta mapuchidad desde los criterios ideológicos de la dictadura, como fueron el levantamiento de un imaginario de lo mapuche como patrimonio de cierta iden- tidad nacional, marcado por rasgos folklorizantes y acordes con el imaginario que nutrió por ejemplo las representaciones de una identidad nacionalista y militar en- raizada en los héroes ercillanos como Lautaro, Caupolicán, Guacolda o Colocolo, la organización de festivales folklóricos, el apoyo de la digeder al juego del palin o la implementación de organizaciones mapuche de apoyo a las políticas del régimen (como el Consejo Regional Mapuche). Y pensamos por otro lado en las lógicas, cál- culos y dinámicas que definieron las distintas formas de apoyo político de actores mapuche a la dictadura y que se expresaron en las organizaciones señaladas, en el discutido problema del voto mapuche a los candidatos de derecha o en actos con- cretos como el nombramiento de Pinochet con el cargo de ülmenfütalongkotras el plebiscito en 1989. Se dibuja así todo un programa de investigación del que aquí sólo podremos introducir brevemente algunas pistasen torno al segundo punto, y del que propondremos solamente una posible entrada al problema muy general de lo que podemos llamar algo brutalmente un “pinochetismo mapuche”. Para ello comenzaremos apoyándonos en el testimonio (que ya trabajamos hace algunos años con Rolf Foerster) de Marcelina Neculqueo, dirigente de la comuni- dad reduccional del sector Huentelolén de la Provincia de Arauco, quien fuera a principios de los años 1980 nombrada Presidenta Provincial del Pueblo Mapuche de Arauco por Pinochet en persona durante un acto cívico militar en Concepción. En el discurso de Marcelina Neculqueo vemos cómo ella establece a partir de este acto una lealtad a toda prueba a Pinochet, pero que a nuestro entender difiere de las concepciones o preconcepciones que podamos tener de un pinochetismo chileno y general (pinochetismo hipotético que aún merece ser estudiado en sus demás distinciones de clase, región, religión, género, etc.). Pero lo relevante aquí es que en lugar de un simple acto de sumisión de Marcelina al orden soberano encarnado por Pinochet, y por el cual accedería a un empoderamiento vicario y jerárquicamente representacional, todo parece indicar que éste se basaba en una lógica más cercana a la horizontalidad política que implica el gesto de la alianza y por el cual el orden soberano chileno y estatal lejos de reafirmarse, es puesto en suspenso. Para enten- der esto hay que remitirse a ciertas categorías clásicas de la antropología política, en especial a la distinción entre sociedades con y sin estado. Desde la perspectiva hobbesiana que ha caracterizado estas lecturas disciplinarias, nos resultará útil re- cordar que para las sociedades con estado, la paz es asumida como un orden implí- cito y dado, mientras que la guerra debe ser hecha y declarada explícitamente. En cambio para las sociedades sin estado la guerra se constituye en el dato implícito y la paz en aquello que debe ser explícitamente construido. Desde Marcel Mauss en adelante sabemos que este estado de guerra permanente, lejos de constituir un “estado de naturaleza” como le llamada Hobbes, constituye una forma particular

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