Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)

Violencia / 95 Nuestras distancias políticas explican sobremanera el largo tiempo que se extendió la Dictadura. Sólo cuan- do las organizaciones sociales tomaron el liderazgo de la movilización social fue posible avizorar el término del régimen autoritario. En ellas reconocemos a las organizaciones gremiales y sindicales, las de Derechos Humanos, los estudiantes y tantas otras instancias po- blacionales y sectoriales hoy desdibujadas por el paso de los años. Con franqueza, digamos que los partidos políticos llegaron al final de la larga marcha por la unidad que se gestó en la base social y fue acicateada, como en otros momentos de nuestra historia, por el periodismo libre. Para muchos es difícil entender como en una dictadu- ra tan poderosa fue posible el desarrollo de revistas y algunos diarios disidentes. Pero en la historia hay mu- chos acontecimientos que se explican en lo fortuito y en los errores de cálculo de quienes detentan el poder. Es posible que Pinochet y sus incondicionales jamás pensaran que –sin recursos y bajo el imperio del aco- so- esos periódicos y emisoras pudieran llegar a consti- tuirse en un factor tan importante en la formación de aquella conciencia y resolución libertarias que dieron origen a la Protesta Social y, con ella, a la salida políti- ca. El control irrestricto de la televisión y la genuflexa actitud de los diarios tradicionales hacía muy difícil romper el bloqueo informativo. Pues bien, la aparición de las revistas, primero, y la publicación posterior de dos diarios contribuyeron mucho a la denuncia sobre las graves violaciones de la dignidad humana, sumada a otros despropósitos como el asalto a las arcas y empre- Periodismo, política y desencanto social Juan Pablo Cárdenas sas públicas, al tiempo de la implementación de una estrategia económica ultracapitalista. En la propia revista Análisis, precisamente, se decide convocar a una protesta nacional a cambio del Paro Nacional que se venía proponiendo, del cual se temía su fracaso por las amenazas de represión advertidas por el Gobierno. Se redacta allí el primer instructivo que luego fuera cumplido al pie de la letra por los millo- nes de chilenos que quisieron manifestar alguna forma de descontento e inaugurar una jornada más intensa de movilizaciones que tanto incomodaran enseguida al Dictador. Una experiencia que convenció al Em- bajador de Estados Unidos en Chile a propiciar una mesa de diálogo entre el Ejecutivo, la Iglesia Católica y algunas figuras políticas de derecha y centro. Se tra- taba, según el propio reconocimiento del diplomático, de negociar una salida política, antes que nuestro país “se convirtiera en una nueva Cuba”. Temor que veinte años antes había provocado la intervención de la CIA para desestabilizar al gobierno de Allende y dirigir las operaciones del Golpe de Estado. Mucho se ha escrito sobre la génesis y evolución de es- tos medios disidentes. En cada uno de ellos hay una bellísima historia de audacia y coraje para sortear la represión de que fueron objeto: clausuras, amedrenta- mientos, acosos judiciales y hasta un crimen tan ale- voso y cobarde como el que segó la vida del periodista José Carrasco Tapia. A la existencia de estos medios se debe el colosal registro de los años de dictadura. De sus páginas, todavía se pueden obtener hechos y nombres de tanta utilidad para el cometido de jueces e historia-

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