Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)
Violencia / 89 Notas sobre trabajo y desigualdad en Chile hoy Gonzalo Durán y Karina Narbona Los debates de primarias no han abordado el tema la- boral y menos aún los derechos colectivos del trabajo. La administración de Sebastián Piñera no ha generado reformas en esta línea y muestra de ello es que en los últimos mensajes presidenciales del 21 de mayo haya cero mención a estos temas (literalmente “cero”). Por su parte, la Concertación de Partidos por la Democra- cia, en 20 años, no concretó cambios sustantivos a los derechos de los trabajadores, los que fueron paulatina- mente marginados en sus programas de gobierno. En resumidas cuentas, esta importante dimensión parece estar marcada por la etiqueta: “de eso no se habla” o “eso no se toca”. Tal como lo plantea Diario Financiero en una nota del 17 de junio: “La ausencia de un compromiso sobre los cambios que ameritaría el Código Laboral y que desde hace años demandan los trabajadores, no solo se limitarían a este gobierno, sino que a su sucesor. Y es que a la fecha una propuesta concreta sobre el tema, así como el compromiso de im- plementarlo ha sido el gran pendiente de quienes as- piran y tienen reales opciones de llegar a La Moneda”. La nota advierte que la reforma laboral es considerada un vagón de cola por asesores y estudiosos asociados a los comandos de aquellos candidatos con más pantalla mediática. Así, por ejemplo, un asesor cercano al comando de la candidata Michelle Bachelet reconocería que “se ha confirmado que el mercado sigue funcionando con una reforma tributaria, los empresarios pueden hacer el costo de lo que pueda significar un alza de impues- tos, no así una reforma laboral, que significa una serie de derechos adquiridos que no se pueden retrotraer con el tiempo”. Y la investigadora del centro de estu- dios Libertad y Desarrollo, ligado al oficialismo, Ceci- lia Cifuentes, coincide en que “una reforma profunda al mercado laboral puede ser más preocupante para el empresariado”. La ausencia de estos temas en el debate público, da cuenta de la escasa centralidad del trabajo en la agen- da presidencial de las candidaturas de alto rating y del extremo cuidado que tienen los grupos dominantes en generar cambios al modelo laboral, que durante años ha protegido la acumulación en manos de una próspe- ra elite. Y es que visto a través de los lentes del poder económico, estos aspectos no conviene tocarlos, por- que resienten directamente los intereses de su clase, entran al corazón del conflicto capital-trabajo. Un dato poco difundido en Chile es la brecha de in- gresos autónomos (sin ayuda del Estado), medida en veintiles, es decir, comparando los ingresos de las per- sonas que pertenecen al 5% más rico, versus quienes se encuentran en el 5 % más pobre. Vista así, la brecha es de 260 veces, y en los últimos 20 años ha crecido en un 100%. Es decir, la desigualdad no se ha mantenido, se ha duplicado. Lo importante es destacar que esa desigualdad no sur- ge de la nada. Un reciente estudio de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), muestra que nuestro país figura como uno de los tres casos de América Latina que entre 2007 y 2012 ha incrementado su nivel de empleo al tiempo que su desigualdad ha subido. ¿Qué indica esto? Que nuestro sistema de trabajo produce la desigualdad y que la mera creación de empleo no revierte dicho pa- norama. La desigualdad se origina en forma primaria al interior del mundo del trabajo y de ello da cuenta la relación productividad-salario. En efecto, entre 1990 y 2010 los aumentos en productividad laboral han cuadrupli- cado los aumentos en remuneraciones, evidenciando así una presencia activa de excedentes productivos no remunerados. Esa diferencia constituye un dinero que debió ir al bolsillo de los trabajadores, pero que fue al bolsillo de los dueños de la empresa y al de la aristocra- cia trabajadora (la gerencia). De esta forma, no todos crecen cuando “Chile crece” y eso bien lo saben el 50% de los trabajadores del país que, de acuerdo a Casen 2011, ganan menos de 251.620 pesos. ¿Cómo se ha sellado esta verdadera fábrica de la des- igualdad? Parte importante se debe a que instituciones tales como sindicalismo, huelga y negociación colecti- va, derechos que atañen a las relaciones de poder entre capital y trabajo, sufrieron un proceso de destrucción creativa durante la dictadura que los hizo renacer bajo una lógica desmovilizadora y permisiva a la acumula- ción empresarial. Esta historia tiene 34 años y se llamó Plan Laboral (creado en 1979). Hasta el día de hoy sus ejes centrales, como la prohibición de la negociación colectiva por sector y la autorización de reemplazantes durante la huelga desde el primer día, siguen intactos, y han sido sistemáticamente omitidos de la discusión pública. En menos de diez países en el mundo, se permite el reemplazo durante la huelga, y Chile es uno de ellos. Para el arquitecto de la institucionalidad laboral vi- gente, José Piñera (hermano del Presidente), “la po- sibilidad de contratar reemplazantes en huelga es la mejor manera como el mercado disciplina las posturas en la negociación”. De ese principio al resultado del abismante cuadro de desigualdad y de devaluación del trabajo que tenemos, hay un solo paso. Así, mientras unos disfrutan de la “fiesta de la democracia”, los pos- tergados de siempre, los trabajadores, deben volver a engrasar la máquina que día a día los precariza.
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