Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas

Vidas cotidianas en emergencia como campo de la investigación social – 9 en la continuidad de la rutina (Giannini, 1987). Lo interesante de la transgresión es que posibilita el cuestionamiento de la ru- tina, las certezas y las presunciones, pues en dichos momentos se exige una explici- tación de lo que sucede, interrumpiendo la cadena de evidencias. En términos de Schutz, “lo que admito como evidente se ha vuelto problemático”. De esta manera, y lejos de como solemos comprender a la vida cotidiana, nuestro acervo de conoci- miento común resulta de estos procesos de explicitación que se propician desde la transgresión. O en otros términos: lo que es habitual y norma hoy en día es fruto de lo ya cuestionado, al menos “hasta nuevo aviso”. Ahora bien, ¿por qué interesarnos por la vida cotidiana como campo de estu- dio? Por un lado, porque la vida cotidiana constituida de presunciones, rutinas, transgresiones, explicitaciones y cuestionamientos condensa parte del orden social y de las tensiones y conflictos que lo sostienen. Desde ella se pueden rastrear las normas, rutinas y formas de vida que han sido naturalizadas en nuestra sociedad, así como también las diferencias y posibles cuestionamientos. Como dirá Lefebvre (1972), “la historia de un día engloba la del mundo y la de la sociedad” (p. 11). Por otro lado, porque tanto la rutina como la transgresión que da vida a lo coti- diano nos da señas de la primacía de la acción para su conformación y, por tanto, de su rol productor de la realidad social y de su orden. En otros términos, la vida coti- diana no es una mera reproducción de un orden establecido desde lo institucional, sino también productora de él, siendo por tanto imprescindible detenerse en ella, leer y comprender su despliegue, analizar sus efectos e implicancias, pues en ella se juega nuestra constitución subjetiva y societal. Vidas cotidianas en emergencia: entre estrategias y tácticas Ahora bien, el Núcleo de investigación/creación, ha centrado su mirada, escucha y reflexión a las vidas cotidianas, pero aquellas que hemos llamado en emergencia y ello en un doble sentido . El primero, pues son vidas que, como dirá Manuel Canales (1995), devienen en extracotidianas, en tanto las incertezas e inseguridades respecto a la propia vida pasan a ser parte de lo habitual y rutinario; donde “no saber qué pasará mañana” se constituye en el leit motiv de las prácticas del día a día. O en otros términos: donde la transgresión a la rutina pasa a ser lo habitual. Son vidas cotidianas que emergen en un contexto que se encuentra saturado de estrategias de dominio y formalización del otro-sujeto y del otro-territorio, usualmente codifica- dos como “marginados” y “excluidos” desde un “afuera” —llámese éste Estado y/o mercado—, en la medida que con sus acciones no solo interrogan el orden estable- cido, sino que también lo trastocan.

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