Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas

La “trastienda” como territorio de construcción de vidas cotidianas en “emergencia” – 45 proyectar un modo de vida diferente. Hablamos del presente como un tiempo en que se tensa el pasado y el futuro (Marías, 1996), configurando un entorno temporal con la duración necesaria para la creación. Podemos ver cómo en este caso el territorio es apropiado y significado por sus habitantes a través de acciones que crean “lugares practicados” (De Certeau, 1999) y que los habitantes significan como prácticas de resistencia: “Hay formas de resisten- cia súper valiosas, que aquí resistimos, resistimos cotidianamente a todos esos problemas y nos organizamos igual, hacemos actividades [Exigimos] claro, exigimos cosas…” (In- tegrante Centro Jubaea, Hombre-joven). Hablamos de una experiencia que además de oponerse a la tendencia desarticu- ladora que la propia estructuración del territorio genera, se sobrepone al abandono y la despreocupación que llevó a transformar una garita de microbuses en microbasu- ral y que la organización de los propios vecinos es capaz de recuperar como un lugar de encuentro microsocial. Lo relevante es discutir cómo ocurre este proceso de organización: ¿Cómo su- cede que en el marco de la precarización de la vida cotidiana nos encontremos con la “emergencia” de una forma de organización y resistencia? La pregunta es relevante porque nos lleva a pensar críticamente este territorio cuya disposición y estructura tiende a disolver los vínculos y promover la privatización radical de los espacios. Es decir, nos preguntamos por un acontecimiento que emerge a pesar de que las condiciones del territorio lo hacen aparentemente imposible. Para entender esta “emergencia” recurrimos a la metáfora del acontecimiento 6 . Entendemos el aconte- cimiento como aquel evento que emerge de la nada, que a pesar de que el orden del cual es parte lo define como imposible, irrumpe como acto abismal, como el efecto que excede sus causas. Tal como afirma Derrida: Si un acontecimiento es solamente posible, en el sentido clásico de esa palabra, si se inscribe en unas condiciones de posibilidad, si no hace más que explicitar, desvelar, revelar, realizar lo que ya era posible entonces ya no es un acontecimiento. Para que un acontecimiento tenga lugar, para que sea posible, es preciso que sea como acon- tecimiento, como invención, la venida de lo imposible (2003, p. 270). De este modo, un acontecimiento no puede predecirse, ya que representa una ruptura, una discontinuidad con el orden social en el que emerge y, por lo tanto, necesariamente se ubica fuera de dicho orden. En efecto, si el acontecimiento fue- 6 La noción de “acontecimiento” ha sido ampliamente trabajada en la filosofía francesa a partir del trabajo de Alain Badiuo (1999) El ser y el acontecimiento. En este capítulo, utilizamos esta noción en un sentido amplio, para abordar metafóricamente el carácter radicalmente contingente y creador de toda forma de práctica social.

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