Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas
La “trastienda” como territorio de construcción de vidas cotidianas en “emergencia” – 39 “equipamiento comunitario” 3 —. El Estado, a través de la construcción de estas vi- viendas sociales y su entorno urbano, restringe las posibilidades de participación de sus habitantes; pero además, luego de la construcción, deja sin mantención la infraestructura urbana, abandonando esos espacios para que se constituyan en ver- daderos “no lugares” de la marginalidad. Por ello, hacinamiento, falta de áreas verdes, falta de conectividad, inseguridad, son expresiones de la construcción de un lugar carente de espacios de encuentro comunitario, razón por la cual las formas de vida de sus habitantes transcurren fun- damentalmente en el espacio privado. Así lo reconoce uno de sus habitantes: “ Que mucha gente, lamentablemente, como digo, vive marginada, digamos, de todo esto y se encierra dentro de su metro cuadrado y no viven la realidad y tampoco se suman a mejorar la calidad de vida, digamos, de nuestros propios vecinos, de nuestras propias familias, de nuestros propios niños, de nuestros propios jóvenes ” (Integrante Centro Jubaea, Hombre-adulto). A partir de estas condiciones materiales de aislamiento y exclusión se configu- ran las relaciones comunitarias en torno al espacio público y al espacio privado en la Población “La Laguna”. En palabras de un habitante del sector: “ El sistema capi- talista apunta a eso, a que la gente no tenga una convivencia sino que la gente viva en confrontación [...] , que nosotros nos dividamos, no vivamos en comunidad ” (Integrante Centro Jubaea, Hombre-adulto). Al recorrer la Población es evidente la ausencia de espacios públicos de encuentro; la única calle que cruza el sector, utilizando la dis- tinción de Augé, más que un “lugar” de encuentro, se configura como un “no-lugar” de tránsito, de salida y entrada del territorio, los paraderos de locomoción colectiva se vuelven espacios de espera para el tránsito, puntos de fuga para el contacto e inte- racción entre vecinos y vecinas. Es común en el paisaje de la población encontrar las rejas, los cierres de los blocks, de los pisos y de los propios departamentos, una reproducción a escala local de las sensaciones de inseguridad de nuestro país que los medios de comunicación y la clase política promueven . Se visualiza entonces un alejamiento por parte de los ciudadanos del espacio público y un enclaustramiento en el espacio privado, en pa- labras de Lechner: “las personas tienden a abandonar el espacio social y a encerrarse en la casa” (2000, p. 23). Como señala un poblador del territorio “ siempre se ve, di- gamos, una población desolada por parte de los adultos, más que nada, muy poca gen- te se ve cotidianamente dentro del sector compartiendo ” (Integrante Centro Jubaea, Hombre-adulto). Esta experiencia de los habitantes de la Población “La Laguna” se debe entender en relación con las condiciones urbanas y territoriales del resto de la ciudad de Val- 3 Véase: Ley N° 16.391.
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