Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas

146 – Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas inversa. Vale decir, estos dispositivos permiten un marco sobre el cual operar, a la vez que la flexibilidad suficiente para acoger los ajustes o modificaciones que, como in- vestigadores, evaluamos pertinentes, así como incluir las deficiencias y ventajas que la experiencia del proceso investigativo nos ha dejado, para poder abordar de mejor manera la heterogeneidad y complejidad de la vida cotidiana. En este sentido, los puntos de mira, además de intentar responder a las diver- sas problemáticas que involucra nuestra posición como investigadores/forasteros al territorio, también contemplan espacios de aprendizaje muy provechosos, no por el papel que estos punto de mira juegan en la investigación, sino por el proceso re- flexivo y experiencial que han significado y lo que nos han comunicado acerca del territorio, sus habitantes, la intervención estatal y sus vidas cotidianas. A partir de nuestros acercamientos y diálogos tenidos estos años, consideramos relevante puntualizar lo siguiente. La densa trama que configura el trabajar con per- sonas que habitan cotidianamente un territorio cargado por estrategias que los ha- cen ver como indignos para los valores sociales, justificando con ello formas de sobre intervención, requiere problematizar las formas tradicionales de acercamiento de las Ciencias Sociales, depositando en éstas la exigencia ética y política de repensar los efectos que producen a su paso por los territorios. En especial, porque si bien el desafío sigue estando en cómo plantear una praxis para la transformación, las formas de la acción hegemónica de las Ciencias Sociales pueden resultar en nuevas vías de servidumbre de los vecinos al afuera de la población. Tal como advertimos en el primer capítulo, no es posible pensar en esta po- blación como espacio urbano con independencia de su proceso histórico, así como también, en la consideración del devenir que éste tuvo para con los vecinos. En este sentido, desde el surgimiento de La Legua para los vecinos se hacen presentes con- flictos de intereses entre, las formas de asentamiento de los pobladores y las actua- ciones del Estado sobre ellos y el territorio. El camino recorrido como pobladores termina por organizarse como unas trayectorias tensionadas por las formas de co- dificación estatal y mediático sobre el territorio, configurando no solamente una forma de relación Estado - pobladores, sino que también, prefigurando su propia relación a La Legua como lugar. Las operaciones de codificación sobre la legua como lugar, son tales en la medida que prefiguran – alteran las propias formas de vida entre vecinos. Lo que cotidianamente se construía como mundo común, deja de ser reconocido como propio, perdiendo la consistencia colectiva que hacía del territo- rio su lugar, favoreciendo la emergencia de conflictos interpersonales, desconfianzas locales o la pérdida del valor de los códigos de convivencia compartidos, dejando sin resolver los problemas que habrían justificado tales intervenciones.

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