Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas
142 – Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas cada gobierno instala algún proceso de intervención en esta población, tantas veces públicamente identificada como barrio crítico, emblemático, vulnerable, entre otras denominaciones. Esta continua presencia del Estado central, aunque discontinua y ambivalente, como ya la hemos caracterizado, lejos de propiciar una proximidad es recibida con “ desconfianza” , una suspicacia sobre una intervención que no los be- neficia tanto como los hace sentir “ un instrumento para otra cosa” . Si bien para los vecinos no se logra discernir qué pretende el Estado al implementar el plan, lo que sí se establece con claridad es que el plan no sería una herramienta al servicio de su seguridad como pobladores o para el mejoramiento de su calidad de vida. En esta línea, emerge la figura del “ agente social ” en la población como una per- sona que llega al territorio, busca lo que necesita y se va. Es decir, un actor que suele ser externo a la población y que probablemente una vez que termine su trabajo cua- lesquiera que éste sea, o que finalice el programa social que ejecuta, se irá sin hacerse cargo de las modificaciones que produjo en el territorio. Agentes sociales que son parte de organizaciones que, en algunos casos, compiten con otras por captar “be- neficiarios” para sus programas sin preocuparse de la pertinencia o efectos de dichos programa, lo cual se constituye en una de las claves sobre la desconfianza. Bajo este registro, uno de los tópicos sensibles sobre la desconfianza es ser vistos como un “grupo vulnerable”, posición de la que pareciera haber hastío. Los legüinos con quienes nos hemos relacionado no solo se niegan a identificarse al rótulo de vulnerable sino que vinculan esta nominación a la búsqueda de beneficios parti- culares de los oferentes. El reconocer que la “ La Legua vende ”, suscita la atención y competencia de los programas que cumplen sus propios índices de efectividad y se van. Este operar hace que los vecinos terminen quedando como instrumentos de sus intereses más que beneficiarios, agravando su decepción con las formas como el Estado se aproxima a ellos y dejándolos solos frente a sus demandas, y frente a las consecuencias de la instrumentalización. Amenaza de fragmentación social A propósito de una jornada de diálogo con los vecinos pudimos reconocer que para ellos el tomar posición, ya sea para apoyar Iniciativa Legua, ser parte de ella o recha- zarla, resultaba complejo, sobre todo cuando aspectos materiales tan importantes como la sobrevivencia o la necesidad de una vivienda están en juego. En relación a la pregunta sobre los cambios o las “alteraciones” urbanas de la población, la amenaza de la “ fragmentación del tejido social” es vista por algunos de ellos como el objetivo y el interés del Estado. De una parte, se plantea la oportunidad que algunos parientes y conocidos integren la plataforma de organizaciones socia- les promovida por el gobierno, con el fin de beneficiarse de los programas sociales
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