Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas
Los lugares de Autoría y Actoría de niños y niñas como tácticas de resistencia en la vida cotidiana – 129 encontramos con la emergencia de agencias y recursos comunitarios puestos en el fortalecimiento, organización y participación del territorio 3 . Por ello es que hemos reconocido y validado estas creaciones en el marco de una propuesta metodológica que se propuso relevar todas aquellas prácticas de sobrevi- vencia cotidiana que desarrollan los niños y niñas. Pero estas creaciones no se agotan solo en su materialización, ellas son la expresión de unas autorías , es decir, de unas posiciones de sujeto “niños/niñas” que habitan unos territorios y que le atribuyen significados propios. Tal como señala Scribano (2013), estos dispositivos se articulan como cartogra- fías de las posiciones de los sujetos , en tanto el diseño, la elección y la articulación del material, esto es, el valor performativo de la autoría, nos comunican de un modo particular, los lugares de resistencia desde los cuales cobran sentido: he aquí el valor político de la actoría . Para finalizar, queremos compartir un cuestionamiento ético-político que ha sido transversal en este proceso acerca del oficio de investigación/creación relacio- nado con esta experiencia de trabajo con niños y niñas, y a la metáfora de la tras- tienda analizada en un capítulo anterior 4 , a saber: si la trastienda es aquello que se oculta, ¿cómo nos hacemos cargo de lo emergente?, ¿cómo abordar el acontecimiento en lo cotidiano?, ¿cómo hacerlo visible sin amenazar su propio carácter de emergen- cia?, o más explícitamente, ¿cómo evitar denunciar estas prácticas de sobrevivencia/ emergencia de los niños y niñas, amenazando las propias relaciones de confianza de quienes habitamos el territorio? Por cierto, creemos que aquello no es posible a través de la metáfora de la ven- triloquia, es decir, aquella ilusión que podemos hablar por otros como una manera de rescatar su voz, como si aquella operación de ponerse en el lugar del otro pudiera ser realizada de manera pura, al margen de toda forma de violencia simbólica. Lo anterior es imposible porque “los ventrílocuos le ponen su voz a aquello que no pue- de hablar por sí mismo, son ellos —los ventrílocuos— quienes completan los signi- ficados, las representaciones y los discursos de quienes no tienen voz” (Arensburg, Haye, Jeanneret, Sandoval & Reyes, 2013, p. 131), es decir, paradójicamente, en el afán de recuperar al otro, lo niegan. Tal como señala Albornoz: El real reconocimiento de la infancia no solo exige la construcción de un imaginario social o la definición de conceptos sobre ella, más bien implica la construcción de 3 Véase en este mismo volumen el capítulo: La “trastienda” como territorio de construcción de vidas cotidianas en “emergencia”. 4 Véase en este mismo volumen el capítulo: La “trastienda” como territorio de construcción de vidas cotidianas en “emergencia”.
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