Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas
128 – Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas vivencia en la trastienda de la ciudad. La plasticidad implica apertura a lo diverso, reflexividad en las prácticas sociales, desnaturalización de las rutinas de las vidas co- tidianas y articulación de las contingencias emergentes en los territorios. En este sentido, cobra particular interés reflexionar a partir de las significaciones que realizan los niños y niñas en torno al habitar de este territorio particular, carac- terizado por diversas problemáticas producidas por la acción y omisión del Estado y sus instituciones. Es en estos lugares de la Población La Laguna, donde más allá de su estructura material, encontramos puntos de referencia para la construcción de la vida cotidiana, sostenidos en las prácticas del habitar y relevándose como lugares de construcción de memorias, recuerdos y acciones que mantienen y reconfiguran las relaciones comunitarias, a través de espacios “ocupados” por los niños y niñas, y que muchas veces son invisibilizados en el transitar cotidiano de los adultos. Es relevante señalar que en esta experiencia de investigación/creación, el “espa- cio practicado” se vuelve condición de posibilidad de la articulación de las prácticas de actoría y autoría que hemos comentado, al implicar en ello la configuración de los lugares de significación relevantes, tanto de los facilitadores como de los niños y niñas. Es decir, la idea ha sido no invisibilizar los propósitos y objetivos del equipo de facilitadores haciendo todo lo que los/as niños/as dicen, sino por el contrario, cons- truir un diálogo respecto del ejercicio de derecho de los niños y niñas como proceso socioeducativo con otro adulto. En este aspecto cobra particular importancia la práctica de negociación, como forma de relación horizontal que redistribuye el poder. Nuestro actuar ha estado puesto en facilitar espacios de ejercicio de derechos con los niños y niñas en miras de visibilizar la incidencia de éstos en su propio entorno, a través del transitar por el territorio, la recuperación de espacios públicos y la habilitación en la quebrada. A fin de cuentas, se trata de pensar los espacios de participación comunitaria como diálogos recíprocos en constante articulación y creación, donde los principios meto- dológicos expuestos en este capítulo, orientan las formas de hacer en esta experien- cia y se configuran como aprendizajes para el oficio de investigación/creación. Esto se cumple toda vez que se posibilita el repensar el trabajo comunitario con y desde la niñez como espacio de diálogo conjunto, en el marco de las vidas cotidianas en emergencia. En tal sentido, se ha vuelto un desafío interesante en este proceso de investiga- ción/creación no hablar por los otros , porque la configuración de dichos “otros” se encuentra presente en el “nosotros”. Precisamente por esta razón la autoría se re- laciona con las creaciones comunitarias, puestas en común con los habitantes del territorio, posibilitando el ejercicio de derechos en contextos de abandono de las lógicas estatales. Lo anterior, porque en la población La Laguna no existe solo la sobrevivencia y la precariedad por el abandono estatal, sino que en ella también nos
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