Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas

10 – Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas La población la Legua en Santiago, la población la Laguna en Valparaíso, pero también el lugar del inmigrante en nuestro país, están expuestos continuamente a este tipo de emergencia, donde el Estado a través de diversas intervenciones apun- tan no solo a la dimensión material de sus necesidades, sino también a la dimensión subjetiva y social requiriendo para ello de un particular saber técnico-experto (Sá- daba, 2002). En este sentido, con territorios y sujetos que se vuelven administrables y gobernables desde el Estado, siendo uno de los objetivos incluirlos en los sistemas normativos y normalizadores de la sociedad (Huning & Guareschibreson, 2005). Lo interesante, es que en los espacios cotidianos prima una “lógica práctica” que, tal y como nos señala Fernando Robles (1999) no tiene lugar mediante la organi- zación institucional sino a través de la fuerza de los significados y los hábitos com- partidos. Esta lógica, desde De Certeau (1990), opera bajo el supuesto que lo que produce un practicante, en nuestro caso particular, el habitante, no acaba de ser un producto sino un “valerse de”, es decir, una serie de “prácticas furtivas” expresadas en “artes de hacer”, en formas de usar lo ya producido. Es justamente éste el segundo sentido en que tratamos la emergencia , pues son vidas que tienen la potencia de crear y producir, es decir, de hacer emerger. Frente a la imposibilidad de encontrar un sentido a vivir en la emergencia, surgen tácticas del orden de lo creativo para vérselas con el acontecimiento presente, reproduciendo pero también subvirtiendo, las lógi- cas de dominación y control que son impuestas desde “el afuera”. Para leer estas vidas cotidianas en emergencia, estamos asumiendo la lectura propuesta por De Certeau que se sintetiza en la diferenciación entre estrategias y tácticas, vistas como “lugares” desde los que se actúa. La estrategia será entendida como un cálculo o una manipulación de las relacio- nes de fuerzas que se hace posible desde un “lugar propio”, es decir, desde un sujeto deseante, posicionado y aislable de su entorno, como por ejemplo lo puede ser un medio de comunicación, una empresa, un ejército, una institución científica. Son acciones que desde un lugar propio que les otorga poder, elaboran discursos que permiten repartir las fuerzas con otros lugares propios y generar un entramado de dominio. La táctica en cambio es actuar ante las estrategias que se imponen, primando una hábil utilización del tiempo, posibilitando la generación de ocasiones y erosio- nes a los cimientos del poder (Dosse, 2009). Son acciones que no solo reproducen la lógica que se impone desde las estrategias, sino que también las baipasean, se va- len de ellas, las resisten, produciendo con ello nuevos escenarios. En este sentido, las prácticas cotidianas generan efectos políticos que permiten la interrogación del orden social (Reyes, 2015) e incluso la deslegitimación de éste, obligando a diseñar nuevas formas de control y de dominio (Reguillo, 2000). De este modo, seguimos a Tijoux (2010) al caracterizar a este enfoque sobre la

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