Policy Brief: La Política Nacional Rural 2020: aportes para el proceso constituyente

ción de procesos de desigualdad territorial. Las políticas de neoliberalización territorial y su relación con determinadas políticas y programas entienden las zonas rurales como ex - tractivas y centro de la actividad económica exportadora, perdiendo de vista el rol de las comunidades y los impactos que dichas decisiones han producido. Mientras algunos sectores de las zonas urbanas concentran riqueza y actúan cómo fuerzas impulsoras de innovación y crecimiento, las zonas y comunidades rurales quedan relega- dos y tienden a ser tratados cómo agentes y actores pasivos y residuales. Ante ese escenario nos cuestionamos ¿cuál es el lugar de las áreas rurales en las próximas décadas? En este policy brief proponemos una respuesta que puede alimentar la discusión constituyente a fin de abrir la conversación a nuevas comprensiones del pacto territorial que debiese es- tar en el nuevo texto fundamental. Una primera respuesta a tan compleja interrogante resulta de la revisión de la recien- temente aprobada Política Nacional de Desarrollo Rural (en adelante PNDR), (Ministerio del Interior y Seguridad Pública, 2020). Revisar la política resulta clave para nosotras, porque refiere a un cambio de paradigma de lo rural, pero también, porque tiene como desafíos centrales aquellas dimensiones olvidadas: atender la deficiencia en conectividad y movilidad, lejanía con los grandes mercados, reducir los porcentajes de pobreza y de movilidad hacia espacios rurales; establecer mejores relaciones con los mercados de comercialización de sus materias primas; mejorar las condiciones de vida y am- bientales de las comunidades y de los territorios habitados. 2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA: Lo rural, concepto y evolución Históricamente los territorios rurales han estado subsumi- dos en las políticas agrícolas impulsadas por el Ministerio de Agricultura, o a través de la Subsecretaría de Desarrollo Re- gional, dependiente del Ministerio del Interior, denotando el sesgo productivista y de control territorial del Estado. Inclu- so, la PNDR tiene como actor clave al Ministerio de Vivienda y Urbanismo y a un conjunto de ministerios que integran la Comisión Interministerial Ciudad, Vivienda y Territorio (CO- MICIVYT) La visión urbana de los territorios en Chile- enquistada desde la dictadura- ha convertido a las zonas rurales en territorios enfrentados a tres condiciones (i) por un lado, son altamen- te atractivos para procesos productivos extractivos y para atracción de obra trabajadora con menores costos; (ii) por otro, generan menos oportunidades de bienestar para las comunidades y para los trabajadores que viven o llegan a esos espacios; (iii) someten a las comunidades y a sus terri- torios a constantes o latentes procesos de desplazamiento lo que cuestiona en sí el supuesto paradigma de lo rural y el sentido que para la política tienen sus comunidades. En una perspectiva histórica, lo diverso y complejo de la rea- lidad rural chilena del siglo XXI fue ya expuesto en el Infor - me de Desarrollo Humano (PNUD, 2006). En ese documento se daba cuenta que lo rural había cambiado, que las con- cepciones históricas que guiaban las políticas públicas y el imaginario social sobre lo rural, vinculados a la hacienda y lo agrícola, no estaban dando cuenta de las profundas trans- formaciones que el modelo agroexportador había gatillado en los últimos 40 años, pero tampoco de la diversidad geo- gráfica, cultural y étnica que lo rural comprendía. El informe propuso entonces hablar de “nueva ruralidad”, marcando así, un giro en la forma de concebir lo rural y las relaciones entre espacios urbanos y rurales. Dicho giro in- cluía un amplio abanico de dinámicas entre espacios urba- nos/rurales, ya sea en la forma de “agrópolis” (Canales & Canales, 2013) o “regiones commodity” (Daher, 2003; Bustos & Prieto, 2019). La nueva ruralidad se ha utilizado durante los últimos 18 años como marco analítico-conceptual, para explorar y ex - plicar los cambios en los territorios rurales a lo largo del últi- mo proceso de inserción global neoliberal (Hernández-Ara- cena y Orellana, 2010; Kay, 2009). Incluso, el paradigma de la ruralidad moderna de la PNDR tiene el mérito de sortear sesgos positivistas que definen lo rural a partir de umbrales de población y funciones productivas específicas. Sin em - bargo, al intentar escapar de la visión dicotómica, no define estrategias que aseguren la movilidad entre diferentes espa- cialidades; se focaliza preferentemente en municipios rurales de menor tamaño, lo que evidencia la falta de mirada inte- rescalar y relacional del territorio. Una reflexión más crítica de lo rural, lo entiende como un proceso multiescalar ligado a cambios en las prácticas pro- ductivas. Más aún, referir a lo rural exige repensar nuevas formas territoriales que generen inversiones más allá de las decisiones y delimitaciones administrativas imperantes. La mirada histórica de lo rural en Chile ha tenido consecuen- cias en las condiciones laborales de la fuerza de trabajo rural 3 UNIVERSIDAD DE CHILE Vicerrectoríade Inves tigaciónyDesarrollo INVESTIGACIÓN INNOVACIÓN CREACIÓNARTÍSTICA POLICY BRIEF

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