Dossier N°7 del programa de Estudios Comunitarios Latinoamericanos de la Universidad de Chile: COVID-19, feminismo decolonial y revueltas populares
M ONTALVO -R EINOSO , R. F EMINISMO DECOLONIAL : N UEVAS MIRADAS Y CONSTRUCCIONES COLECTIVAS cuando estas voces irrumpieron y se tomaron el escenario manifestando, frente a las demás mujeres feministas presentes, que había llegado el momento de terminar con la invisibilización de la diversidad, de las posiciones y sentires de las mujeres afrodescendientes. Eliza Plucker, la joven vocera de las mujeres afrolatinas presente en el encuentro, dijo: Como mujeres afrodescendientes, reafirmamos la necesidad de evidenciar que la construcción del sistema económico del sistema capitalista y racista en que vivimos se ha sostenido y se sostiene sobre la base de la explotación de las mujeres afrodescendientes en el mundo. En ese sentido también creemos que se han apropiado de los cuerpos de las mujeres afrodescendientes, naturalizando las violencias contra nuestros cuerpos, nuestra piel, nuestro deseo y nuestras memorias (Registro personal). Fue el primer acto en el que mujeres peruanas afrodescendientes, que se articularon con mujeres afro de otros países, afirmaron su presencia en el movimiento feminista peruano, dando paso a la conformación de un colectivo que, a partir de este encuentro, se llamó “Presencia y Palabra” y que exige el reconocimiento de sus experiencias interseccionales y del impacto que tiene la racialización en sus vidas. “Somos las nietas de esas esclavas que nunca pudiste matar”, “alerta, alerta, alerta que caminan, las afrofeministas por América Latina”, son algunas de las consignas que corean en las marchas feministas, donde su voz retumba. Al igual que Presencia y Palabra, nuevos colectivos feministas, especialmente de mujeres jóvenes, han irrumpido en el escenario limeño y en algunos de los departamentos del país. Muchas, desde el artivismo, levantan sus denuncias y sus propuestas con mucha creatividad y fuerza, otras desde los espacios universitarios y las menos desde los barrios populares, que siguen siendo espacios de difícil acceso para el movimiento feminista, aunque cada vez hay más jóvenes dispuestas a asumir su feminismo desde el barrio/territorio, como el colectivo feminista Ruray de San Martín de Porras, un distrito popular de Lima. No puedo dejar de mencionar, para ir cerrando, la situación de las migrantes, un asunto muy poco trabajado y enfocado por los feminismos en el país y que considero es una deuda que tenemos con nosotras mismas. En una ciudad como Lima, construida por grandes olas migratorias, no tenemos propuestas para tejer con las mujeres migrantes, partiendo también desde su diversidad étnica y de la nueva identidad que construyen en las ciudades. Tenemos asimismo la situación de las mujeres migrantes extranjeras en el país, ahora incrementada por la enorme migración desde Venezuela, que viven situaciones muy duras. Desde hace unos pocos años, existe el colectivo Mujeres migrantes maltratadas, que pelea contra una legislación y práctica que no considera su residencia salvo cuando se es casada, por lo que, cuando se rompen las relaciones, empiezan a vivir infiernos al quedar solas, sin respaldo, sin posibilidades de trabajar y quedarse en el país de forma regular, pero que no ha generado las solidaridades que merece la situación de estas mujeres. Por otro lado, la migración venezolana nos trajo también un conglomerado de mujeres que han vivido la estigmatización, el acoso, la violencia, sin que ellas puedan tener facilidades para la denuncia o encontrar puntos de apoyo. Lo menciono porque creo que, desde los feminismos, tenemos el compromiso de incorporar en las agendas, en 38
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