Dossier N°7 del programa de Estudios Comunitarios Latinoamericanos de la Universidad de Chile: COVID-19, feminismo decolonial y revueltas populares

C AMPOS , A. C HILE ANTE LA ACTUAL PANDEMIA : U N PLAN DE ACCIÓN BASADO EN SUS COMUNIDADES En sus documentos fundacionales la OMS planteó un cambio doctrinal fundamental: la salud no es solamente ausencia de enfermedad. Pero este paso adelante quedó trunco al introducir una noción socialmente relativa y a la larga clasista para completar ese postulado: “bienestar”. O sea, dijo lo que no es la salud y se quedó allí. Por supuesto, los intentos por establecer la naturaleza positiva de la salud se han dado a lo largo de muchas décadas, sobre todo desde la salud pública. En su expresión más avanzada, se la concibe como la realización de las potencialidades físicas, mentales y sociales de los seres humanos. Esto no significa, claro está, quitarle importancia a los trastornos y enfermedades, pero éstos dejan de ser el blanco único en la incesante producción social de la salud. Lo anterior significa que la producción de la salud trae consigo el mandato de crear y preservar las condiciones de vida necesarias para que este desarrollo humano integral se logre. Lo cual genera una inevitable politización del tema: ¿qué rumbo han de tomar las sociedades concretas para construir la salud de la gente? Se colige de lo anterior que las concepciones más avanzadas de la salud se enfrentarán a barreras ideológicas e intereses muy difícilmente franqueables. Barreras que se harán más fuertes en la medida que el planeamiento de la salud pública pase por una autocrítica social para muchos incómoda o inaceptable. En el trabajo psicosocial, especialmente cuando se trata de realizarlo con comunidades, tenemos que plantearnos una Salud Mental que no se restrinja a la prevención primaria o secundaria (atención) de los problemas psicopatológicos. La Salud Mental incluye el desarrollo de un pensamiento lúcido y creativo, autoestima, equilibrio afectivo, inclinaciones solidarias y respetuosas en las relaciones con los demás, etc. Y este sujeto colectivo que llamamos comunidad ofrece espacios muy fértiles para lograrlo. En la práctica, las orientaciones psicopatologistas son siempre empobrecedoras de la Salud Mental. La andemia e un des stre, cuyo inherente impacto alcanza la realidad social e individual en múltiples dimensiones Disponemos en la actualidad de una gran cantidad de artículos acerca de los efectos e impacto estructural que configuran la pandemia en curso como un desastre. En conjunto, sus autores y autoras nos muestran un amplio espectro de problemas, que comprende entre varios otros las alteraciones macroeconómicas y del empleo, los cambios culturales, la comunicación social, la organización y planificación de la salud pública, las consecuencias psicosociales colectivas e individuales del confinamiento, los cambios en la intimidad de las personas. En suma, el mundo no será el mismo “después” de la pandemia. El reto que lo anterior plantea para la Psicología Comunitaria consiste en contribuir a fortalecer todo este nuevo conocimiento y, sobre todo, a conectarlo con la realidad de las comunidades concretas. Por ejemplo, se plantea con toda razón que la 12

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