¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza
PRIMERA PARTE 87 LA ENSEÑANZA EN LAS ESCUELAS EFECTIVAS Un aspecto complementario al anterior podría denominarse la coherencia metodológic a. También se la puede rastrear en dimensiones institucionales como, por ejemplo, que el énfasis en la lectoescritura y matemáticas se expresa en mayor tiempo, mayor exigencia, evaluaciones externas y monitoreo permanente. Pero en el aula tiene una manifestación inequívoca. Los maestros saben que ciertas técnicas son mejores para aprender determinadas destrezas y conocimientos y procuran, por tanto, ser consistentes con la lógica didáctica de una u otra metodología, a fin de extraer de todas su máximo potencial. Así, por ejemplo, si el profesor expone, lo hace con claridad y fundamentos, demostrando el dominio conceptual que los alumnos deben sentir. Si se está realizando una dinámica participativa, el docente se toma en serio las preguntas y preocupaciones de los estudiantes y les desafía con preguntas relevantes a través de las cuales intenta efectivamente conducir la clase hacia el objetivo de aprendizaje buscado. El que buena parte de la efectividad de estos profesores radique en el cuidado de la calidad y coherencia con que realizan las diferentes actividades de enseñanza, hace muy difícil su caracterización y esquematización, porque se trata de sutiles diferencias al interior de prácticas aparentemente similares a las de muchos de sus colegas menos efectivos. Se podría decir que estas diferencias se hacen visibles en la relación que logran los estudiantes con las actividades que sus profesores les proponen: en estas escuelas, los alumnos se encuentran más involucrados en un trabajo sustantivo de aprendizaje que en ejercicios rituales que parecen agotarse en sí mismos. Buena relación profesor - alumno: del autoritarismo a la autoridad pedagógica La autoridad pedagógica es intrínseca a la relación profesor- alumno; sin embargo, en la visión tradicional de la escuela, los profesores gozan de esta autoridad a todo evento, por el sólo acto institucional de certificación. Sin embargo, estos maestros parecen hacer reposar su autoridad pedagógica en la calidad de su trabajo y en su condición de efectivos mediadores entre sus alumnos y el saber. Es esta autoridad investida, pero reforzada por la práctica, la que sus estudiantes parecen reconocer: estos docentes son muy respetados por sus alumnos y, al mismo tiempo, tienen relaciones afectuosas y de mucha confianza con ellos. En la mayoría de los casos se evidenció una clara relación de afecto entre profesores y alumnos. Estas muestras de cariño se complementan con actividades muy demandantes para los estudiantes. También se observaron algunas relaciones menos afectivas, pero igualmente exigentes (véase apartado de Ximena Seguel en este capítulo). Las clases de estos profesores, no obstante ser participativas y muchas veces muy activas, se desenvuelven en un clima de respeto y tolerancia con los alumnos y entre ellos. Los alumnos tienen confianza en su profesor, lo que es vital para el desenvolvimiento de clases que exigen preguntas, trabajos y corrección permanentes: los docentes procuran suprimir en los alumnos el temor a equivocarse y reemplazarlo por el temor a no intentarlo. Los profesores utilizan muchas estrategias de refuerzo con sus estudiantes, estimulando tanto el desempeño de excelencia como el progreso y el esfuerzo. Felicitan permanentemente a los alumnos, celebrando sus avances; al mismo tiempo esto les da confianza para criticar y exigir a veces un esfuerzo adicional.
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