¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza

PRIMERA PARTE 85 LA ENSEÑANZA EN LAS ESCUELAS EFECTIVAS valora aprender a compartir con compañeros de diferentes características y se piensa que las agrupaciones por capacidades son discriminatorias e inhiben las conductas solidarias de los alumnos. La relación paradigmática, en estas últimas escuelas, es cuando un alumno es tutor de otro: ambos se benefician, porque el más lento recibe el apoyo de un compañero que muchas veces –por su cercanía– resulta más efectivo que el docente, y para el más aventajado, la metacognición que supone ponerse en situación de enseñante , le hace desarrollar mayor maestría en su saber, profundizando y reforzando sus aprendizajes. Constante supervisión y retroalimentación a los alumnos: de la distancia a la comunicación En las clases de las escuelas estudiadas no existe un abismo entre el mundo del profesor y el mundo de los estudiantes; por el contrario, el docente está completamente involucrado con los alumnos. Los docentes intentan mantener una relación constante de comunicación con sus alumnos, de forma que éstos perciban que están siendo efectivamente acompañados. Por ello, los maestros demuestran gran capacidad y gastan muchas energías en conducir la clase. Los alumnos son evaluados y retroalimentados constantemente por sus preguntas, exposiciones, intervenciones, trabajos, etc. Es importante remarcar que esta actitud de comunicación y la capacidad de involucrarse en el mundo de los alumno s se produce tanto en clases participativas como con metodologías frontales. Si el profesor está exponiendo, se mantiene abierto a las preguntas y alerta al grado de atención e interés que está logrando en sus alumnos, de forma que éstos no lo perciben como reproduciendo rígidamente un libreto; en efecto, generalmente, el docente pregunta, atiende las dudas y elabora a partir de estas incidencias. Si ha organizado a los alumnos para realizar un trabajo en grupo, supervisa constantemente y se preocupa de involucrar a todos los estudiantes en la tarea. La clave está en que, ya sea interrogando o retroalimentando a sus alumnos, el docente los mantiene involucrados en la actividad conjunta. Esta presencia activa del maestro en el aula genera – además de la orientación sobre el avance en el aprendizaje– al menos dos beneficios: en primer término, comunica tácitamente que su trabajo es importante y valioso, no un mero ejercicio ritual o una simple forma de hacer pasar el tiempo. Los alumnos se sienten comprometidos a poner atención o hacer un buen trabajo, porque pueden ser llamados a exponer y el docente lo tomará en serio (incluso en las metodologías aparentemente más pasivas y de poca comunicación, como las sesiones de lectura silenciosa , los profesores generalmente piden a un alumno que exponga una síntesis de lo leído, les hace debatir sobre el texto o elaborar un resumen escrito). En segundo lugar, en muchas aulas los problemas de indisciplina son incubados, precisamente, en la sensación de abandono en que muchos alumnos se encuentran. Estos docentes, en cambio, al mantener una supervisión constante sobre la actividad de estudio de sus alumnos, rara vez son sorprendidos por problemas de indisciplina. Uso intensivo del tiempo, ritmo sostenido: de matar el tiempo a el tiempo es oro Una de las características más constantes de las escuelas estudiadas es su gran valoración del tiempo, expresada en un alto aprovechamiento de las horas lectivas. Esta valoración del tiempo es, antes que todo, una característica institucional: en estas escuelas existe un bajo ausentismo laboral, se suspenden pocas clases y cuando un profesor se ausenta, deja guías y actividades planificadas que son ejecutadas por un reemplazante. La política institucional es que haya la menor discontinuidad posible en los procesos de enseñanza. Adicionalmente, en muchas escuelas se procura liberar al profesor de tareas administrativas que le distraigan o le hagan perder tiempo de sus clases.

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