¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza

PRIMERA PARTE 71 G E S T I Ó N I N S T I T U C I O N A L Y P E D A G Ó G I C A E N L A S E S C U E L A S E F E C T I V A S sugerencias, buscando soluciones a problemas del niño e incluso de la familia, son conductas comunes y no excepcionales en las escuelas estudiadas. La alianza que se establece entre padres y escuela puede agruparse en cuatro áreas principales. Algunos casos se limitan a una de ellas, otras las abarcan todas. a. Proteger a los niños de su entorno Si bien las escuelas reconocen que lo ideal sería que las familias asumieran un rol de coeducadores, lo que verdaderamente ocurre es que las condiciones de pobreza y baja escolaridad limitan considerablemente el cumplimiento de esta expectativa. Esto las ha motivado a desarrollar acciones para compensar estas carencias . La escuela entiende que debe proteger a los alumnos de su entorno, limitando y compensando los efectos negativos que ejercen las familias y el ambiente en el proceso educativo. Como se mencionó, las escuelas despliegan esfuerzos para asegurar compromisos básicos de los padres con la educación de los hijos: asistencia, puntualidad, disciplina, provisión de materiales educativos y preocupación por las tareas escolares. En varios establecimientos, estas acciones se traducen en la firma de una carta de compromiso o decálogo del alumno , que especifican las normas del colegio y detallan las responsabilidades de padres e hijos, y las sanciones en caso de no cumplimiento. Sumado a lo anterior, los directivos y profesores de estas escuelas se preocupan y entregan asistencia a las familias con problemas. Este es un factor importante que legitima al establecimiento entre los padres. Los apoderados resaltan y valoran la dedicación de profesores y directivos a los alumnos y las familias. En las escuelas más pobres esta preocupación parte por apoyarlos en momentos económicos difíciles. En algunos casos, también asumen otros problemas familiares (violencia intrafamiliar, separaciones, adicciones y otros) como parte de su quehacer, ofreciendo talleres de capacitación, orientación y derivación profesional. Incluso en un par de escuelas los profesores han ideado un sistema de becas para los alumnos cuyas familias no están en condiciones de financiar la enseñanza media. b. Formar a los padres en su rol educativo e involucrarlos en el plano pedagógico Los profesores, a través de reuniones de curso, talleres o entrevistas, informan a los padres sobre lo que pasa en el establecimiento, los objetivos que se persiguen y los resultados que se van obteniendo. En varios casos también se les entrega información acerca de los contenidos de los principales sectores de aprendizaje, capacitándolos para que en sus casas promuevan la creación de hábitos de estudio y apoyen a los niños en las tareas. Además, en un número significativo de escuelas, las madres participan como monitoras de aula en los primeros cursos o creando material didáctico. Algunas escuelas han implementado cursos de nivelación de estudios para padres y otras alternativas de formación, como talleres para el desarrollo de nuevas competencias y habilidades. Si bien esta manera de participar no es extensiva a todas las familias, está siendo utilizada con muy buenos resultados, logrando que los padres se sientan más seguros y no tengan miedo de colaborar en las demandas escolares. Los apoderados reconocen su grado de responsabilidad con la escuela y, en particular, con el estudio de sus hijos. Un apoderado indica: “el colegio ayuda, pero uno los tiene que formar; si el arbolito viene chueco, cuesta enderezarlo ”.

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