¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza
SEGUNDA PARTE 299 C O L E G I O P O L I V A L E N T E D E L A P I N TA N A R E G I Ó N M E T R O P O L I TA N A El uso del estímulo es otro recurso ampliamente utilizado. En todas las clases observadas, los profesores incentivan fuertemente a sus alumnos de diferentes maneras: la profesora de 2º básico, por ejemplo, hace cariño a los niños para felicitarlos por responder a sus preguntas o hacer la tarea, y ellos responden compitiendo por participar; la de matemáticas en 7º básico, matiza una mayor exigencia con cordialidad y buen humor, con lo que logra el mejor control observado en la conducta y el ritmo de avance del curso; la de lenguaje, en cambio, mantiene una actitud seria y solícita ante los alumnos con dificultades (por ejemplo, se interesa por el estado de salud de dos niñas que llegan con vendajes) lo que despierta afecto y respeto en los niños, según expresan en entrevista posterior. Las tres profesoras están disponibles para responder a todas las preguntas y dudas que les plantean los alumnos y se muestran proactivas para detectar sus necesidades de apoyo, recorriendo la sala y controlando los avances y dificultades de cada uno. Todas promueven la participación amplia en clases a través de diferentes medios: respuestas verbales individuales, lectura en voz alta por turnos, trabajo en grupo, demostraciones en la pizarra o debates acerca de la validez de una respuesta. Asimismo, dedican un esfuerzo significativo a incentivar el apoyo recíproco y el respeto mutuo entre los niños, por ejemplo, instando a escuchar a los compañeros y a respetar los turnos para hablar. También hay estímulos tangibles, colectivos o individuales que otorga el colegio: el curso con mejor asistencia se premia con un desayuno con torta; al mejor alumno de cada curso se le otorga un porcentaje de beca y queda eximido del pago de la mensualidad de marzo; el mejor alumno de 8º básico puede completar la enseñanza media sin costo, y a todos los alumnos que completan la enseñanza básica y siguen la enseñanza media en el colegio se les regala una libreta de ahorro con $10.000, gracias al aporte de un banco que integra la red de colaboradores del colegio. Cuando se aplican sanciones, los alumnos las perciben como legítimas porque provienen de un adulto que ha mostrado previamente afecto y preocupación por él: “uno es pesada, exigente, pero los niños saben que uno los quiere; pocos profesores no reciben a los niños con besos”, cuenta una profesora. Los niños valoran, asimismo, que las llamadas de atención no se hagan delante de sus compañeros, aunque no todos los profesores tienen esa norma. La autorregulación grupal también contribuye a encauzar la conducta de los niños nuevos. Si se agotan las instancias de conversación, el alumno se deriva a alguno de los cuatro inspectores, los cuales tienen aspecto y fama de severos, pero están entrenados en técnicas de mediación. Nunca se sanciona con suspensión de clases por el riesgo que representa el entorno. Una mención especial merece el rol de los padres en la mantención de la disciplina. Algunos profesores manifiestan haber sentido temor de sancionar a niños cuyos padres se encuentran involucrados en actividades delictivas; sin embargo, se dieron cuenta de que, independiente de la forma en que se ganan la vida, la mayoría de estos padres quiere lo mismo que los demás: una vida mejor para sus hijos. “Tuve un problema con un niño cuya madre es conocida como la reina de la pasta base del sector... lo pensé pero después me dije: si voy a andar con miedo, mejor me voy. Así que hablé con ella y le dije: oiga, su chiquillo me rompió las decoraciones de fiestas patrias que habíamos puesto en la escalera... Ella no lo tomó mal, al contrario, dijo que iba a hablar con él y que si se portaba mal de nuevo le avisara altiro...”, recuerda una profesora. El colegio es insistente en recalcar que la formación de los niños, incluyendo los aspectos disciplinarios, es responsabilidad de la familia y que el colegio sólo ayuda. No hay padres ausentes del proceso formativo; su participación es condición para la permanencia del niño. Si el padre siente que no puede con su hijo, se le ayuda a restablecer su rol, no se le suplanta. “Hay que empoderar a las madres y a los padres. Muchas madres llegan (cuando se les cita por algún problema de conducta de sus hijos) con la sensación de que su vida es un desastre, y que más encima les salió un hijo fallado. Por ejemplo, tuvimos un niño de 17 años involucrado en un robo. Cuando citamos a la mamá, venía agobiada, creía que no tenía autoridad moral para hablarle, porque ella misma había estado
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