¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza
SEGUNDA PARTE 189 E S C U E L A B Á S I C A R U R A L F - 9 3 1 A G U A D A D E C U E L L O S Á N G E L E S Clima laboral La escuela es considerada como un lugar atractivo para trabajar pese a estar lejos del núcleo urbano. En este atractivo influyen, entre otros, las relaciones humanas al interior del equipo. El supervisor del DEPROV cuenta que “son como una familia, muy unidas; no he sabido que tengan peleas internas, como uno ve en otras escuelas ”. El director es percibido por profesoras y apoderados como preocupado por el buen funcionamiento del colegio, calmado, de buen trato, con autoridad y organizado, aunque excesivamente apegado al cumplimiento de normas, formalidades y procedimientos establecidos. Muestra un especial cuidado por mantener una convivencia armónica al interior de la escuela: “ el liderazgo de un director también tiene que ver con que los profesores trabajen tranquilos; no es que uno no los controle sino que, si hay algo que decir, se diga oportunamente. Así, no se crean problemas de clima de trabajo, no hay cosas ocultas (…) Todos necesitamos ser tratados de distinta manera, yo tengo que ver cómo llevar a cada uno...”, señala. El ámbito pedagógico se encuentra en manos de la encargada de UTP, quien ejerce una influencia movilizadora en el grupo, a través del dinamismo y creatividad que pone en la búsqueda de recursos para la escuela. Su actitud contagia y entusiasma a los colegas, quienes se embarcan en iniciativas apoyados por ella, y logra la concreción de los proyectos mediante una combinación de tacto, inventiva, tenacidad y de las sugerencias y consejos del supervisor DEPROV, con quien mantiene un contacto regular. “ Ella es suave para pedir las cosas, pero no afloja. Si no le resulta por un lado, busca por otro” , describe el supervisor. “Antes (el estilo de trabajo del director) era mucho más autoritario, ahora, a través de la UTP, la opinión de las profesoras es considerada cuando se toman decisiones, pero detrás de eso están los proyectos que nosotras hemos presentado y ganado, y que nos respaldan en el momento de presentar nuestras sugerencias”, explica una profesora. El director reconoce que tampoco para él la adaptación ha sido fácil. “ A uno le cuesta cambiar, hay tantas cosas que son distintas hoy a como eran cuando me formé como profesor normalista; imagínese que entonces, por ejemplo, no se estilaba el trabajo en grupo, los niños se sentaban mirándole la nuca al de adelante... ”, sin embargo, el equilibrio alcanzado parece ser fruto de una negociación permanente que involucra mucha paciencia y tacto. “ Yo las dejo que hagan lo mejor para su trabajo, si no, paran de proponer cosas. Por otra parte, ellas son atentas con la dirección, se despiden cada día cuando se van, son respetuosas”, relata. Las profesoras cuentan que “el director se pone muy apegado a las formalidades y al conducto regular; nosotras le aceptamos la burocracia pero le peleamos otras cosas...aún así, hay un tira y afloja permanente, a veces por cosas pequeñas”. La dinámica interna del equipo docente se caracteriza por la afinidad y camaradería. El compromiso con el trabajo es marcado; rara vez se ausentan o presentan licencias; si alguna actividad lo requiere, permanecen más allá del horario de trabajo. El ambiente que se aprecia es relajado y cordial. Existe una comunicación frecuente y franca entre las profesoras a toda hora: “ellas conversan y se muestran lo que hacen; comparan y se piden ayuda; en esto, se diferencian mucho de las otras escuelas, en las que nadie comparte lo que hace con los niños” , señala el supervisor DEPROV. El trato hacia los apoderados y niños es familiar, cariñoso e incluso maternal, ya que muchos apoderados fueron alumnos de las mismas profesoras. Pese a que los miembros del equipo comparten muchas áreas, no forman un equipo homogéneo: cada cual tiene fortalezas y debilidades que constituyen un aporte y un complemento para las otras. Por ejemplo, está la creativa, que inventa proyectos y busca caminos para materializarlos; la maternal, que tiene buena mano con los cursos iniciales; la consejera, que siempre sabe qué niño o qué familia está atravesando por una situación delicada y cómo debe ser apoyada; y la aplicada, que se hace cargo de los temas difíciles en matemáticas y ciencias y logra traducirlos a un lenguaje atractivo.
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