¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza
SEGUNDA PARTE 179 E S C U E L A A M E L I A V I A L D E C O N C H A G - 1 2 2 P E R A L I L L O , H UA L A Ñ É cotidianos que van apareciendo en el camino. Más allá de estas instancias formales, los profesores siempre están conversando sobre la escuela, los alumnos y la comunidad. El reglamento interno establece derechos y deberes de los alumnos y alumnas, de los docentes y del personal no docente, y define las funciones de los consejos técnicos y de la UTP. La escuela cuenta además con un decálogo del estudiante , que explicita los énfasis respecto de la formación de los niños. Este decálogo es firmado por los alumnos y sus padres al comenzar el año. Allí se enfatiza la responsabilidad familiar en los resultados académicos y en la instalación de los principios y valores que sustentan el proyecto de la escuela. La comunidad escolar ha internalizado las reglas de modo que no hay transgresiones mayores; las faltas menores se conversan y se resuelven. Si un alumno transgrede reiteradamente la línea trazada, se sugiere a los padres cambiarlo a un colegio con otro tipo de normas, sin embargo, esto no ha sucedido últimamente. La disciplina, entendida como cumplimiento del decálogo, es un requisito para el proceso de aprendizaje: “ La disciplina está en la base del trabajo, sin ello poco se avanza. Lograr disciplina en los alumnos tiene que ver con el ejemplo que dan los profesores con sus propias conductas, con el trato a los demás y con el trabajo que realizan en el aula”. En esta forma de organización, con una definición clara de tareas y responsabilidades, el proceso de evaluación juega un papel importante. Una vez al año se evalúa a los distintos actores educativos con instrumentos dirigidos a conocer el logro de los objetivos que se han propuesto como escuela para cada grado y asignatura. Se trata de encuestas que recogen las percepciones que profesores y alumnos tienen de sus logros. Además, cada tres meses, se consulta a los alumnos respecto a las actividades que realiza la escuela. Estos mecanismos, sumados a las instancias informales de contacto y conversación, hacen que todos los actores educativos participen y se responsabilicen por lo que ocurre en la escuela, refuercen el sentido de equipo y retroalimenten la visión de ser una gran familia que rema para un mismo lado . Compromiso, unión, afecto Los profesores no sólo están preocupados de hacer bien su trabajo en el aula sino comprometidos en mejorar la escuela en las dimensiones que señala el PEI, en ayudarse y trabajar de manera cooperativa. “Los buenos resultados no se deben a lo que uno hace dentro de la sala, es el compromiso, la unión y el empeño que uno le pone por sacar la escuela adelante. Los profesores aquí no andan pendientes del reloj” , manifiesta un docente. Los profesores trabajan a gusto y comprometidos. El clima organizacional que se respira es excelente. Hay buena comunicación entre todos los agentes educativos. En las relaciones entre profesores prima la responsabilidad en el trabajo, combinada con afecto y solidaridad con el otro. El ambiente es familiar pero muy riguroso, destacando una permanente comunicación y crítica constructiva. Los ejes parecieran ser trabajo responsable y afecto, elementos que se trasladan también a la relación de los profesores con los niños. La centralidad de la comunicación, afecto y ejemplo en el proceso educativo es una premisa en el trabajo de los docentes. “Recibimos a niños de otras escuela, se nota que lo que no se les dio en otros lados fue cariño, por eso fracasaron. Hay que enseñar con hechos, en el trato entre los docentes, por ejemplo”, enfatiza un profesor. Las observaciones de aula muestran clases exigentes en lo académico, pero que se llevan a cabo en un ambiente de mucha comunicación y afecto. “Los profesores son como nuestros segundos padres, hay confianza” , dicen los alumnos.
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