¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza
E S C U E L A S E F E C T I V A S E N S E C T O R E S D E P O B R E Z A Escuela Amel ia Vial de Concha G-122 176 SEGUNDA PARTE El establecimiento cuenta con tres salas de clase, más una sala donde funciona el comedor y la cocina que se turnan los ocho cursos en doble jornada. Tiene una sala de computación, la oficina de la directora que además es biblioteca (consistente en dos pequeñas estanterías de diccionarios y libros antiguos), una habitación dormitorio para los varones, el baño de profesores(as), el baño de alumnos(as) y la casa de la directora. No existe un lugar cerrado donde estudiar –biblioteca o sala de estar para los alumnos internos– ni sala de profesores. Las salas de clase son oscuras, tienen ventanas sólo por un lado, la decoración es austera, el mobiliario antiguo (35 años de uso) y está en mal estado. El piso de tres salas está dañado, los baños están alejados de las salas y en invierno los niños se mojan para llegar hasta allá. De 1º a 4º básico existe biblioteca de aula, muy restringida según profesores y alumnos. La realización de un proyecto de vivero ha significado una ampliación de recursos didácticos y del espacio disponible para enseñar: se habilitó una nueva sala con pizarrón y las plantas e implementos de trabajo son utilizados activamente en la enseñanza. La precariedad en la infraestructura y equipamiento, planteada enfáticamente en el Proyecto Educativo Institucional (PEI) de la escuela, salta a la vista. A un lado de la construcción hay grandes árboles viejos que pueden caer; hay riesgo de incendio (ya enfrentaron uno en 1993) y de accidentes eléctricos por inseguridad en la instalación de la red. Sin embargo, los alumnos no perciben mayores problemas de infraestructura: para ellos, las necesidades principales son mejorar los computadores, reparar la impresora, un laboratorio, textos y una biblioteca. Las expectativas de la directora y profesores están puestas en el ingreso de la escuela a la Jornada Escolar Completa (JEC), que visualizan asociada a la construcción de una escuela nueva. La precaria infraestructura y equipamiento, no obstante, es cuidada con esmero. Los espacios están muy limpios, nunca se observó a algún alumno rayando los bancos o las murallas, existe cariño, sentido de pertenencia y cuidado por el espacio escolar. Pese a las restricciones materiales, la escuela no se ha detenido. Por el contrario, destaca por sus múltiples iniciativas y proyectos. El vivero mencionado es, posiblemente, el ejemplo más importante ya que detrás está la creatividad e iniciativa de los docentes y la directora. Es notable la capacidad de aprovechar las oportunidades que ofrece el entorno y de plantear e integrar las ideas que formulan e implementan en el PEI de la escuela, el que efectivamente orienta el quehacer cotidiano y las decisiones de corto, mediano y largo plazo. II. El Despegue Innovación y apertura al cambio El principal camino seguido para impulsar cambios y mejoras en la escuela ha sido generar proyectos. La escuela ha desarrollado de modo sostenido y secuencial distintas iniciativas que se integran transversalmente al trabajo escolar y alimentan el proceso de enseñanza aprendizaje. Las primeras innovaciones curriculares partieron en 1988 con la incorporación de una clase de horticultura ideada por un docente. Esta innovación impactó significativa y exitosamente a la comunidad escolar (debe recordarse que se trata de una comuna rural). Los alumnos aprendieron y practicaron cultivos en invernadero y técnicas básicas de fumigación . En 1992, la experiencia se amplió con clases de floricultura, asignatura que se agrega al currículum oficial en horas de clases adicionales. El programa contempla cultivo en vivero de flores y técnicas básicas de comercialización . Paulatinamente, el vivero se transformó en una sala de clase más. Los profesores de otras asignaturas empezaron a relacionar los contenidos de sus ramos con
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