¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza
E S C U E L A S E F E C T I V A S E N S E C T O R E S D E P O B R E Z A Escuela Melecia Tocornal 103 170 SEGUNDA PARTE Otra práctica es la evaluación regular de los niños. Se exige que los alumnos aprendan y todas las asignaturas tienen pruebas, exámenes, trabajos y tareas. La evaluación del profesor se acompaña de prácticas de auto y coevaluación. “ Ambos procesos son desarrollados con éxito puesto que los alumnos son capaces de utilizar responsablemente su capacidad de calificar su trabajo y el trabajo de sus compañeros; con frecuencia las notas puestas por el profesor son mayores que las puestas por los alumnos ”, señala un docente. Así también, la orientación de la escuela prioriza una enseñanza que se traduce en aprendizajes significativos y con sentido, que refuerzan el dar responsabilidades y autonomía al alumno. “ Se les explica cómo se hacen las cosas, se les da ejemplos, se los prueba un día y luego se los deja trabajar solos, muchas veces en grupo. El trabajo en grupo y la enseñanza como juego es frecuente, señalan los profesores. Relación de la escuela con padres y apoderados Se rescata el valor del contacto con las familias, destacando que la labor de los docentes debe ser apoyada por los padres en las casas. Los profesores trabajan constantemente para que el hogar logre comprender el valor de la educación. Se monitorea a los niños y se trata de manener una comunicación fluida con las familias. Cuando hay problemas, se cita al apoderado para saber qué pasa con el niño. La directora habla directamente con los padres de los (pocos) alumnos con problemas graves de conducta. La escuela incentiva una mayor presencia de los apoderados mediante diferentes actividades (fiestas, misas, reuniones de ex alumnos y otras). Varios padres, además, trabajan en el colegio como manipuladores de alimentos o a cargo de la mantención. Los apoderados, por su parte, reconocen que deben apoyar la labor que realiza el colegio, informándose de lo que pasa con sus hijos. Cuentan que los docentes tratan bien a los apoderados, son muy reservados y siempre hay alguien dispuesto a recibirlos. Muchos padres no participan lo que quisieran porque tienen que trabajar; a otros les gustaría tener más actividades recreativas en la escuela. Lo observado en la sala de clases Todos los días, en cada sala, se inicia y cierra la jornada con una oración guiada por los profesores, siendo ésta una práctica constitutiva del proceso de enseñanza aprendizaje. Las observaciones realizadas dan cuenta de una coherencia casi total entre las prácticas pedagógicas diseñadas por el equipo docente y su aplicación en las salas. Al comenzar las actividades, los profesores anuncian las tareas que van a realizar conectándolas con los objetivos de aprendizaje abordados en clases anteriores o a través de una motivación inicial (lectura de un cuento, preguntas para introducir el tema o para recoger experiencias de los niños). La vida cotidiana de los alumnos estuvo muy presente en cada clase. Durante las sesiones observadas hubo múltiples actividades interconectadas entre sí. Una profesora realizó una pequeña relajación (con imaginería), aludiendo a la necesidad de renovar energías para continuar trabajando. Se vio mucho trabajo en grupo, dictado, escritura, expresión oral, aplicación de lo que estaban aprendiendo, creación de cuentos, aprender a través de juegos. Cada actividad programada persigue un fin educativo en distintos niveles, ya sea en la adquisición de conocimientos o de valores. Todos los profesores mostraron preparación previa, conocimiento de la materia y habilidades para motivar a los alumnos, despertar su curiosidad y capacidad de aprender. Se observó la preocupación permanente de los docentes por el aprendizaje de cada alumno. Frente a las propuestas y motivaciones del maestro, los niños respondían activamente, se entusiasmaban, se concentraban. En general, se movían muy poco
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