¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza

SEGUNDA PARTE 167 E S C U E L A M E L E C I A T O C O R N A L 1 0 3 S A N E N R I Q U E , C H I M B A R O N G O Convivencia, compromiso, eficiencia Todos los integrantes de la comunidad escolar muestran un fuerte compromiso con la escuela, ganas de colaborar, cumplir y hacerlo bien. Los docentes señalan: “ hay amor al trabajo , estamos comprometidos con el colegio, los niños y los apoderados , hay perseverancia del profesor, no se agota ninguna posibilidad hasta que el niño salga adelante ”. La directora destaca que los profesores “ viven sus valores, son comprometidos con su labor docente, muy responsables. Cuando tienen que salir dejan sus clases preparadas y buscan quien los reemplace. Hay mucho compañerismo. Son generosos con su tiempo y su persona ”. Esta dedicación también se reconoce entre los profesores, cuando admiten que “ se preocupan de que los cursos no queden botados, si van a faltar mandan sus materiales , cada vez que el colegio crece un poco, aumenta el compromiso ”. Los alumnos señalan que sus maestros explican, tienen paciencia y los conocen personalmente. Los apoderados valoran la paciencia y perseverancia de los profesores, así como el que sean profesionales preparados e inculquen a sus hijos el valor del estudio. Los docentes, por su parte, indican que en términos académicos “ los apoderados apoyan a sus alumnos en lo que pueden ” porque perciben el compromiso de la escuela con cada niño. Este compromiso de los distintos actores educativos se expresa en la calidad de las relaciones que establecen entre ellos. Se observa un trato muy cordial y cariñoso, existe cooperación entre los miembros de la comunidad. Tanto es así, que los ex alumnos que visitan la escuela dicen que “ afuera echan de menos el trato de acá ”. En las salas, en recreo, en el patio o en el parque los alumnos son respetuosos entre sí y con sus profesores, quienes responden de igual forma. Al empezar la jornada, los niños llegan felices y muchos saludan con beso y abrazo a sus profesores. Se observaron muchas muestras de cariño y consideración entre todos. Durante el recreo, los educadores se juntan a tomar café, conversan sobre los niños y preparan material para sus clases. La forma de trabajar efectivamente está centrada en lo valórico y en la persona. Los alumnos “ son niños, pero son personas . La idea es que el niño esté relajado en la sala, se los hace alegres, dinámicos ”, señalan los profesores. Se trabaja para que los alumnos se expresen, para levantarles la autoestima, se resalta el valor del respeto al compañero. Cuando reprenden a un niño está claro que “ no se reta al niño como persona, sino que se castigan conductas inadecuadas ”. Se motiva a ayudarse mutuamente entre compañeros y se valora la lealtad. La forma de trabajo con los alumnos también se practica entre los otros miembros de la comunidad educativa. Los profesores cumplen lo que prometen a los niños. No hay distinciones entre docentes y paradocentes. Todos asisten a reuniones y capacitaciones, incluso las manipuladoras de alimentos y los auxiliares participaron de la capacitación del proyecto Enlaces. La idea es que se está prestando un servicio y cada uno debe cooperar para que resulte. La búsqueda de este buen clima implica tomar decisiones relativas a la forma de hacer las cosas: “ hace un tiempo cada curso juntaba plata para hacer regalos a los alumnos pero surgían la competencia y rivalidad, entonces eso se cortó, ahora los apoderados juntan plata para una once final y el municipio se encarga de dar juguetes a todos por igual ”, comentan los docentes. En síntesis, la comunidad escolar se identifica fuertemente con los valores cristianos que la orientan y con los fines académicos que se ha propuesto. Esto dota de sentido al quehacer de la escuela, genera compromiso y un clima organizacional que posibilita un trabajo eficiente.

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