¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza

E S C U E L A S E F E C T I V A S E N S E C T O R E S D E P O B R E Z A Escuela Básica Luci la Godoy Alcayaga 124 SEGUNDA PARTE como estimaran conveniente, otorgándoles mayor autonomía técnico-pedagógica. Las conversaciones y reuniones con cada profesor permitieron generar pautas sintetizadoras de los objetivos y contenidos curriculares de cada asignatura. En forma paralela, la UTP comenzó a instaurar y difundir metas específicas de aprendizaje por nivel. En 1º básico, por ejemplo, se estableció que los alumnos debían egresar sabiendo leer, aprendizaje certificado mediante pruebas de lectura. Se decidió postergar el cumplimiento de otros contenidos curriculares para priorizar el aprendizaje de la lectura. A nivel de prácticas pedagógicas, se determinó postergar las innovaciones optando por desarrollar una pedagogía centrada en el dominio de contenidos mínimos de aprendizajes. También se decidió eliminar, en lo posible, las tareas para la casa, porque no significaban una evaluación real de los conocimientos de los alumnos. Los profesores comenzaron a confiar en sus propias evaluaciones del aprendizaje escolar, pues la calidad de éstas estaba certificada por la dirección. Fortalecimiento de la identidad institucional Uno de los aspectos claves para mejorar la calidad de los resultados fue hacer creer a la comunidad escolar en el cambio, tarea muy difícil, pues se había instaurado una cultura centrada en el fracaso escolar el cual no permitía a los alumnos, y menos a sus padres, creer en las modificaciones. Como estrategia complementaria a las modificaciones en la gestión administrativa y técnico-pedagógica, el cuerpo docente y la dirección decidieron llevar a cabo acciones que permitieran a los apoderados acercarse a la escuela y ver los cambios; a los alumnos, compartir con sus padres en el espacio escolar; a todos los estamentos, estar presentes en actividades públicas que se convirtieron en hitos para mejorar la imagen de la escuela. Una de estas acciones fue el mejoramiento de los actos institucionales. Con el apoyo del sostenedor, se pavimentó el patio principal de la escuela. El cambio de aspecto físico propició la realización de actos escolares semanales donde se invitaba a padres y apoderados. Una de las acciones más recordadas por todos los estamentos, por su importancia en el cambio, fue la instauración de la celebración del aniversario de la escuela. Se dio mucha importancia a la decoración de las salas y a la limpieza y ornato general del colegio; se buscaba ofrecer un ambiente acogedor que permitiera y facilitara las buenas relaciones. Los profesores comenzaron a sostener largas conversaciones con los alumnos, haciéndoles ver cómo la disciplina, la responsabilidad, el orden y aseo personal eran condiciones imprescindibles para su desempeño futuro. Los docentes, a su vez, entendieron que el concepto de disciplina era muy importante para alcanzar los resultados pedagógicos esperados e iba de la mano del manejo de contenidos y metodologías de aprendizaje. Lentamente, comenzó a vislumbrarse un nuevo perfil del profesor: un profesional con alto dominio de contenidos y metodologías, y destacadas habilidades en el manejo de grupo. El lema disciplina para el aprendizaje se convirtió en uno de los ejes de la escuela. De este modo, y mediante la realización de acciones prácticas, se comenzaron a desarrollar principios que pasarían a formar parte de la cultura de la escuela: convivencia, respeto, reconocimiento del éxito, importancia de la disciplina para el aprendizaje. Institucionalización del cambio A dos años de inaugurados los cambios, la escuela había logrado obtener mejores resultados en el SIMCE, ubicándose en el quinto lugar a nivel comunal y calificando para egresar del P-900. A partir de estos resultados y de la actitud positiva percibida en alumnos y apoderados, el equipo docente comenzó a valorar y legitimar el trabajo hecho por la UTP. Paralelamente, los profesores

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