¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza
PRIMERA PARTE 7 ÍNDICE Este estudio tampoco fue diseñado para evaluar en qué medida la efectividad docente resulta de la claridad que tengan los maestros sobre qué enseñar y cómo hacerlo en cada grado y en cada asignatura específica. La enseñanza de la lectoescritura, por ejemplo, requiere objetivos precisos para cada grado y momentos en el transcurso del año escolar que permitan a los profesores organizar las tareas específicas de cada estudiante con materiales educativos apropiados a su nivel de competencia lectora. La falta de claridad sobre estos hitos impide al docente organizar un proceso graduado que permita a los estudiantes aprender progresivamente a leer e impide, a su vez, utilizar efectivamente materiales de lectura igualmente graduados que apoyen a cada estudiante a consolidar los niveles de competencia lectora que tengan, mientras facilitan la adquisición de competencias más complejas. Un profesor que contesta que su objetivo es enseñar a leer y a escribir a sus alumnos, sin mayor precisión, podría igualmente contestar que no tiene ningún objetivo. Esa no es la mirada que este estudio efectúa a la pedagogía. Una decisión metodológica de este estudio fue la de seleccionar preferentemente escuelas urbanas, a pesar de que 11 de los 17 establecimientos inicialmente seleccionados eran rurales y 14 tenían menos de 250 estudiantes. Las razones de este sesgo metodológico están bien explicadas por los autores; la mayoría de los estudiantes en Chile estudian en escuelas grandes y su interés era estudiar el éxito en este tipo de establecimientos. Sin embargo, el número de estudiantes por profesor en Chile es alto en comparación con otros países, especialmente los de la OECD, que logran resultados educativos muy superiores. La investigación más reciente muestra que en escuelas en Estados Unidos las clases pequeñas facilitan las oportunidades de aprendizaje de la lectoescritura en los primeros grados y, especialmente, entre los estudiantes más pobres. Esto no quiere decir que el tamaño de la clase sólo se traduzca en mejor calidad, sino que ciertas formas de atención más personalizada sólo son posibles en clases pequeñas. Al centrarse en escuelas y clases relativamente grandes, este es un tema que este estudio apenas sugiere y deja como pregunta para investigaciones posteriores. Con sus límites, o tal vez precisamente porque los límites son claros y públicos, los hallazgos de esta investigación son de singular importancia. Desafían mucho del sentido común en educación, demostrando con ello el valor de estudiar la realidad y de conceptualizar a partir de su estudio. Los autores proponen que la buena enseñanza es contextual, que no hay una o varias prácticas universalmente efectivas, sino que la significación de la efectividad de las prácticas –de gestión, enseñanza o convivencia– resulta de su adecuación tanto con los niños que aprenden como con el contexto social en el que estos viven. Este hallazgo tiene potenciales implicaciones muy importantes. Sugiere que es esencial preparar a los profesores para ser profesionales con la formación y el conocimiento que les permitan entender los contextos en los que operan e identificar las prácticas más apropiadas a los mismos, algo semejante a lo que hacen profesionales en otros campos. Es claro que sólo el apoyo decidido a las instituciones de formación inicial y la profesionalización continua permitirán desarrollar estas competencias. Entre los muchos resultados de importancia de este estudio están aquellos que documentan la superioridad de la pedagogía que demuestran los profesores de las escuelas consistentemente eficaces. Los buenos ambientes didácticos, adecuada gestión de grupos de alumnos y apoyos múltiples cognitivos y emocionales que ofrecen los docentes a los estudiantes, confirman un hecho fundamental: entender cómo enseñan los profesores es de la mayor relevancia para entender cómo aprenden los estudiantes. Esta idea sobre la importancia de la pedagogía está hace ya varias décadas en discusión. De una parte, por quienes demuestran que la escuela tiene efectos relativamente modestos frente a los efectos de condiciones estructurales externas a la escuela, como las condiciones asociadas a la vida en pobreza o a las características de la comunidad, aunque ninguno de estos estudios se basa en observaciones tan cuidadosas sobre los ambientes pedagógicos como el que se ofrece en este libro. De otra parte, por quienes consideran que son características estructurales macro –el P RÓLOGO
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