Mejoramiento escolar en acción

110 no sucede muy seguido”. En los días en que Trevor estaba en la escuela y se sentía débil, los estudiantes hicieron turnos para leerle. En los días en que no podía ir a la escuela, le escribían notas y le hacían tarjetas. Cuando falleció, muchos de ellos fueron a su funeral. Las lágrimas fueron bienvenidas y los pañuelos muy usados; los profesores pudieron expresar su tristeza también. Los docentes tuvieron que ser juiciosos al realizar las discusiones sobre creencias religiosas para ser inclusivos: “Sí, algunas personas creen en el paraíso y creen que es ahí donde está ahora Trevor”. Aunque ningún padre quiere que su hijo lidie con la muerte de un com- pañero de curso, la sensibilidad y la ternura de la experiencia ayudó a los estu- diantes a conectarse tanto con lo frágil como con lo sagrado de la vida. Cuando más adelante sufran otra vez la muerte de un amigo o ser querido, van a tener alguna noción de lo que significa dar y recibir apoyo y van a ser capaces de bus- car la información y cariño que necesitan para su propio viaje por la vida. En las aulas inclusivas he visto a estudiantes que aprenden a ayudar a compañeros con parálisis cerebral, convertirse en aliados contra el matonaje homofóbico y ayudar a los pares con dificultades académicas. Todo esto fue posible porque los profesores estaban dispuestos a hablar con los estudiantes honestamente sobre lo que sucedía, lo que creaba una comunidad que daba cariño y apoyo a todos los estudiantes, en vez de marginar a aquellos que estaban teniendo problemas. Ayuda mutua Tristemente, las burlas y la exclusión son parte normal de la experiencia de muchos alumnos en la escuela. El matonaje es tan común que se puede vol- ver prácticamente invisible. Sin embargo, las escuelas inclusivas promueven un clima en el que todos los estudiantes saben que no van a ser abandonados cuan- do vivan una injusticia. La inclusión significa que les prestamos mucha atención a los problemas de justicia social e inequidad, ya sea que éstos se den a nivel individual, de curso o de escuela, o que se extiendan al resto de la comunidad. He utilizado el más grandioso de los libros infantiles de Peggy Moss, Say Something (Di algo) (Editorial Tilbury House, 2004) para hacer partici- par a los estudiantes y profesores en discusiones sobre lo que hacemos cuan- Aprender en una comunidad inclusiva

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=