Mejoramiento escolar en acción
107 Mejoramiento Escolar en Acción estamos forzados a hacernos preguntas que vayan más allá del individuo y que abarquen a la comunidad. Cuando tenemos amigos que usan sillas de ruedas nos damos cuenta que hay escaleras y no hay rampas. Cuando tene- mos amigos que usan audífonos tomamos de forma diferente comentarios como “¿Acaso eres sordo?”. Cuando tenemos amigos con diferentes colores de piel nos ponemos más alerta a comentarios racistas y de exclusión. Cuan- do tenemos amigos de diferentes religiones estamos más conscientes que las decoraciones en un centro comercial reconocen sólo a una. Cuando no hay diversidad es difícil aprender a sentirse cómodo con las diferencias. Los estudiantes blancos universitarios a los que les enseño con frecuencia se confunden cuando tienen que hablar de gente de color: “¿el término correcto es norteamericano de origen africano o negro ? ¿Qué pasa si la persona es de Jamaica o Haití? ¿cómo describo a las personas?”. De forma similar, muchos adultos se ponen nerviosos al interactuar con personas con discapacidades, porque no están seguros de si deberían o no ofrecer su ayuda, mencionar la discapacidad de la persona o no hacerlo. La única forma de ganar soltura, comodidad y tranquilidad es es- tableciendo relaciones genuinas en las que aprendamos a cómo hablar con personas que percibimos como diferentes. A través de estas relaciones usual- mente comprendemos que muchas de nuestras suposiciones o juicios iniciales eran, de hecho, errados. La meta no es hacer que las diferencias sean invisibles (“No distingo razas”, “Es un aula tan inclusiva, que no puedes distinguir a los niños con discapacidades”) sino desarrollar el lenguaje y las habilidades para negociar la diversidad. Nadie puede sentirse a salvo en la sala de clases si se evitan, desalientan o consideran inapropiadas las discusiones respecto a las diferencias. Siempre me maravillo, y a veces me sorprendo un poco, cuando veo que la gente joven negocia con facilidad en sus conversaciones sobre la dife- rencia, algo que habría sido imposible una década atrás y que todavía no está al alcance de muchos de nosotros. Recientemente presencié una discusión so- bre diferentes tipos de familias entre niños de entre 5 y 8 años. Ellos hablaron de la adopción, de padres del mismo sexo, donantes conocidos y desconoci- dos y de las muchas formas en las que habían llegado a ser parte de su familia. Estos estudiantes, que crecen en una comunidad inclusiva y diversa, no van a
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