Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional

P AULA M ENA • F RANCISCA C ORBALÁN 354 • Marco de buenas prácticas de los sostenedores Tal como existen marcos de la buena enseñanza para los docentes y de la buena dirección fundamentados en los objetivos de la educación, se ha planteado que debieran establecerse estándares de calidad para los sostenedores. Estos estándares tendrían que apuntar, entre otras metas, a la relación que establece el sostenedor con las familias, relación que in- dudablemente debe estar diseñada en beneficio de éstas últimas. Desde la perspectiva de mejora sistémica, aparte de aplicar criterios inclusivos y no selectivos para admitir a los alumnos, se puede promover cierto nivel de heterogeneidad en el alumnado según variables de rendimiento de entrada. Estas prácticas se traducirían en indicadores de calidad, es decir, que de no cumplirse, el establecimiento estaría incurriendo en una falta que debiera impactar sobre el monto de recursos que recibe. • Retraso en la edad de selección Esta posibilidad, no obstante su fracaso en el Parlamento, puede ser in- troducida a través de legislaciones no constitucionales, como por ejem- plo, modificaciones a la ya mencionada Ley SEP. • Regulación de las características de la matrícula de cada estableci- miento Frente a la preocupación por la segregación socioeconómica y de capital cultural de los alumnos, se puede optar por la determinación de bandas por nivel de habilidades de los estudiantes en cada establecimiento. Esta medida apunta directamente a generar integración. En Chile se estable- ció por ley de la República que los establecimientos que reciben finan- ciamiento estatal deben mantener, dentro de su matrícula, al menos un 15% de alumnos vulnerables. Lamentablemente, el control de su cum- plimiento está lejos de ser óptimo. Es interesante añadir que la propues- ta, desde sus inicios, concitó un alto porcentaje de aprobación entre los padres (87,2% el año 2004 y 75,8% el año 2006) (CIDE, 2008). Por cierto, existen países donde se establece por ley que la matrícula de cada escuela debe estar compuesta por los alumnos más cercanos espacialmen- te a sus dependencias. De tal modo, si un joven del barrio “x” quiere acceder al colegio del barrio “y”, éste no puede hacerlo, a menos que haya razones muy bien fundamentadas de parte del alumno y su familia para tal solicitud (por ejemplo, presencia de una orquesta de bronces en la escuela “x”, siendo que el joven quiere estudiar saxofón). Este modelo de distribución de la matrícula tiene entre sus metas la igualdad de calidad entre todos los colegios (no un mo- delo de hacer competir a las escuelas para ver cuál sobrevive). Sin embargo, el

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