Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional

P AULA M ENA • F RANCISCA C ORBALÁN 350 compromiso adicional con la progenie. Sin perjuicio de lo anterior, pareciera que el bien primordial a preservar es la existencia misma de un sector de em- prendedores educacionales que enriquece con su sola existencia el sistema ya que, si sólo funcionaran colegios subvencionados gratuitos y se prohibiera el lucro, se pondría en riesgo la supervivencia de un sector de servicios privado que genera externalidades positivas desde el punto de vista de la pequeña y mediana empresa. Existen quienes proponen disminuir el financiamiento compartido pro- gresivamente, hasta hacerlo desaparecer (Valenzuela, Bellei y De los Ríos, 2008; García Huidobro, 2007). La última encuesta hecha por el CIDE sugie- re que ésta sería una medida bien recibida por los padres, puesto que, en su gran mayoría, piensan que genera desigualdades sociales y educativas entre los establecimientos. En concordancia, el 61,6% de ellos opina que la educación debiera ser gratuita. Sólo el 14% cree que el sistema de financiamiento debe permanecer como está (CIDE, 2008). Contrariamente, políticos y académicos de centro derecha postulan que hay que ajustarlo progresivamente a la capacidad de gasto de las familias, como una suerte de arancel diferenciado que permita que quienes pueden pagar más, así lo hagan, siempre y cuando esta medida se coordine mejor con las actuales herramientas de subsidio, aclara Beyer (2007b). Coherentemente con la acti- tud de cautela que el autor plantea frente a las reformas educativas, antes de llevar a cabo esta iniciativa, sería necesario recoger mucha más evidencia empí- rica sobre las ganancias concretas que el financiamiento compartido ha traído a los usuarios y cómo se ha dado el redireccionamiento de recursos públicos que se “ahorran” gracias a la contribución privada. Cuidando a los talentosos La actual ley general prohíbe la selección por habilidades académicas has- ta 6º básico, validando con ello la diferenciación entre establecimientos según el nivel de rendimiento de los alumnos desde ese momento. La voluntad es que la entrada de un estudiante a cierta escuela no esté limitada por su capaci- dad de pago, pero que existan instancias para que “los más talentosos” accedan a los estímulos adecuados para el desarrollo de su potencial, sin la interferencia de los alumnos menos aventajados. En el afán de proteger a los talentos, una estrategia propuesta por distin- tos sectores políticos es fortalecer liceos de excelencia por zona (léase liceos selectivos como el Instituto Nacional). Mientras para el sector marcadamente proclive al mercado, estos liceos podrían ser privados, aunque orientados a los más pobres, otros actores ven en la medida una estrategia para levantar el prestigio de establecimientos públicos de enseñanza secundaria, dejándolos en

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