Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional

P AULA M ENA • F RANCISCA C ORBALÁN 344 educativas tempranamente especializadas en estudiantes, según su grado de talento y disposición frente al aprendizaje, en contraposición con una defensa de mayor integración en la escuela, aun si eso conlleva limitar la libertad de enseñanza. Esta materia que se discutirá en la tercera sección de este articulo a propósito del análisis de propuestas de política pública recientes. La integración como condición de posibilidad para la igualdad Partamos del supuesto de que los países tienen el deber ético de proveer para todos una educación de calidad, que consiste en la adquisición de una base de herramientas cognitivas, actitudinales y técnicas, que no serían accesi- bles para todos si se deja que los recursos diferenciales de los padres se desplie- guen sin límites en el acto de elegir colegios, incluso cuando hay restricciones formales a la selectividad. De cualquier modo, se debe distinguir entre el conflicto recién mencio- nado y la disyuntiva entre libertad de provisión privada versus ideal de escuela pública comprehensiva, en los términos que se debate hoy en Estados Unidos o en algunos países de Europa. Ya que el problema de la selección es formulado aquí, principalmente en términos de igualdades educativas, corresponde revisar si la integración contribuye o no al acceso de todos los escolares a las oportunidades de apren- dizaje asociadas a una vida adulta autónoma, gratificante y en sintonía con la convivencia en sociedad (lo que tiene entre sus componentes esenciales la preparación en lenguaje, y matemáticas, entre otros). Aun cuando el ideal de integración escolar –en el que personas de diver- sos orígenes sociales, rangos de habilidad innata y concepciones de mundo se encuentran en los espacios de educación formal– goza de una connotación positiva en el ideal liberal, es obvio que en Chile esa aspiración, como expresa Beyer (2007), resulta tremendamente amenazante para quienes ven en ella la intención totalitaria de atropellar la libertad de los padres, de restringir la emergencia de proyectos educativos diversos, y de “nivelar para abajo”, perju- dicando a quienes son más talentosos, sin favorecer con eso la movilidad social ni la atención a las necesidades de los estudiantes menos dotados. Ciertamente, vale la pena examinar críticamente el ideal de escuela inclu- siva (que aquí se usará como sinónimo de integrada) como fundamento para rechazar la selección escolar por principio. Plegarse a la causa de la integración nos impone el desafío de definir qué entenderemos por tal: ¿la diversidad reli- giosa, socioeconómica, cultural, étnica, de habilidades, etc.?; ¿toda diversidad en el mayor grado que se pueda?; ¿una diversidad de estudiantes representativa de la variedad de perfiles existentes en el entorno geográfico de la escuela?; ¿cuáles de los atributos positivos asociados a la escuela integrada están ausentes

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