Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional
D ANIEL C ONTRERAS 324 limitaciones en los datos impiden realmente saber a ciencia cierta los efectos del cambio en el sistema”. Así, la resolución sobre el efecto de la selección de alumnos, por parte de la escuela, en términos de que tendería a reproducir escenarios de homogenei- dad sociocultural y a restar potencialidad de mejora de resultados medidos en pruebas estandarizadas a los establecimientos de población homogéneamente pobre, quedaría pendiente. Como se aprecia, la evidencia, someramente anunciada aquí, muestra una dirección: a saber, la conveniencia de más heterogeneidad y menos segmenta- ción para mejores resultados, aunque los modos de apreciar la consistencia de dicha evidencia no son ni únicos ni completamente compartidos. Si la selección no asegura mejores resultado ni más integración ¿por dónde avanzar? De allí que, si la respuesta no es exclusivamente técnica, debe entonces ser política; esto es, si la evidencia técnica no es terminantemente concluyente para afirmar que la selección escolar contribuye a mejorar la calidad –como resultados de aprendizaje en pruebas estandarizadas– y que más bien puede implicar aumentar la segmentación del sistema; lo que debe ponerse en debate es qué tipo de bien se busca proteger con una medida política dada. Típicamente, a las dos dimensiones que se ponen en tensión en este deba- te, la calidad –y el subsecuente problema de su definición, ya tratada antes– y la equidad, se puede agregar el problema de la integración en los términos que aquí se han presentado. La pregunta es, en este caso, si la integración social es un fin que el siste- ma educativo debe alentar y para qué, la respuesta, desde la perspectiva de la igualdad de oportunidades es que sí, se requiere más integración para que las oportunidades de aprendizaje y de prácticas formativas signadas por la diversi- dad estén en la base de la experiencia formativa de todos los ciudadanos como mecanismo de fortalecimiento de la cohesión social. Bajo esta perspectiva, un sistema escolar que busque que todos accedan a una experiencia habilitadora para la vida personal, social y productiva no debería seleccionar en ningún tramo de la escolarización obligatoria, pero sí debería asegurar un sistema cuyo “piso” institucional y de resultados sea más alto, es decir, el proceso de nivelación va de abajo hacia arriba. En un escenario en que la Ley General de Educación que se ha aprobado implica una regulación para los procesos de admisión, lo cual conlleva una
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