Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional

D ANIEL C ONTRERAS 316 su complejidad, pueden guiar mejor el aprendizaje de todos los niños y niñas, esa una de las principales utilidades que tiene el SIMCE, aunque sólo respecto del tipo de aprendizajes específicos que evalúa. Con el desarrollo de los Mapas de Progreso (secuencia progresiva de aprendizajes que deben alcanzar los chile- nos y chilenas en sus 12 años de escolaridad) se entrega una nueva herramienta a las escuelas y familias para asegurar mejor que todos y todas, independiente de su origen, aprendan. La participación es también un elemento constitutivo de la calidad edu- cativa; la definición sobre el sello o carácter distintivo de una escuela o de una comuna, el ideal que oriente al proyecto educativo de un colegio son entre otros, aspectos que sólo si son construidos con participación de los docentes, los apoderados y los estudiantes de una escuela, permiten la responsabilización de todos los actores sobre el proceso educativo. De igual manera, participar, y formar para la participación es hoy una demanda que la sociedad pone a las escuelas. Así una escuela más participativa es una escuela en que todos son más protagonistas de sus propios aprendizajes, más responsables de sus procesos y que entrega a la comunidad ciudadanos que saben cómo contribuir a la cons- trucción colectiva de la sociedad. Una escuela más participativa es una escuela de más calidad. La convivencia escolar puede entenderse como: “... la interrelación entre los diferentes miembros de un establecimiento edu- cacional, que tiene incidencia significativa en el desarrollo ético, socioafectivo e intelectual de alumnos y alumnas. Esta concepción no se limita a la relación entre las personas, sino que incluye las formas de interacción entre los diferen- tes estamentos que conforman una comunidad educativa, por lo que consti- tuye una construcción colectiva y es responsabilidad de todos los miembros y actores educativos sin excepción”. (MINEDUC, 2002). Si, como lo indica, entre otros, la Convención de los Derechos del Niño, la educación tiene como finalidad contribuir al desarrollo integral de los ni- ños, niñas y jóvenes; es posible, entonces, afirmar que el propósito de contar con una buena convivencia escolar implica expresamente una contribución al logro educativo “ […]en tanto la comunidad educativa constituye un espacio privilegiado de convivencia interpersonal, social y organizacional que servirá de modelo y que dará sentido a los estilos de relación entre los niños, niñas y jóvenes, futuros ciudadanos del país ” (MINEDUC, 2002). De lo anterior se desprende que la convivencia escolar es una parte inte- grante de la calidad educativa en al menos dos sentidos: lo es ya que una escue- la con mejor convivencia es una escuela donde el resto de las tareas propias de la educación ocurren mejor, una mejor convivencia facilita mejores resultados

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