Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional
P ROGRAMA INICIA: F UNDAMENTOS Y P RIMEROS A VANCES 291 cial de la profesión docente. La investigación académica convencional en este campo también ha sido escasa y marginalizada, contribuyendo a un empeora- miento de su situación relativa, incluso en el contexto de las ciencias sociales y humanidades. Es sabido que la investigación educacional de mayor impacto que se ha producido en Chile está típicamente asociada a otras disciplinas (como la economía, psicología, sociología e ingeniería). En suma, se fue con- figurando gradualmente un cuadro que deterioró la posición de las facultades de educación en el contexto de las instituciones universitarias. Las políticas públicas en educación comenzaron a reaccionar a este con- texto a partir de la segunda mitad de los años 90 con la creación de un pro- grama específicamente dirigido a mejorar la calidad de la formación inicial docente (FFID). Este programa se extendió por 6 años (1997-2003), e implicó una inversión total cercana a los 30 millones de dólares en 17 instituciones formadoras de profesores (que representaban el 78% de la matrícula en peda- gogía cuando el programa se inició). El programa apoyó reformas de diverso tipo que se pueden resumir en los siguientes ejes: (1) promovió una renova- ción de las prácticas profesionales, aumentando el espacio destinado a esta importante actividad formativa; (2) inició programas destinados a mejorar el atractivo de esas carreras a mejores egresados de la enseñanza media, especial- mente mediante becas; (3) contribuyó al mejoramiento de las condiciones ma- teriales asociadas a la formación docente a través de inversión en infraestructu- ra, bibliotecas, recursos didácticos y equipamiento computacional; (4) apoyó el mejoramiento de los cuadros académicos mediante el apoyo a la formación doctoral de académicos de facultades de educación; y (5) generó estándares de egreso para las facultades, los que representaron la base para el Marco para la Buena Enseñanza. Aunque este conjunto de apoyos representó en muchos casos un mejoramiento significativo, dejó la tarea a medio camino, pues, como lo expresara Ávalos (2002): “... aunque el cambio producido en los programas de formación docente de las 17 universidades participantes en el Programa FFID es muy grande, en cierta medida se tiene la sensación de haber modificado sólo el cascarón y de tener mucho que hacer todavía para mejorar la médula de estos programas ”. (Ávalos, 2002, p. 168). Con posterioridad al término del FFID, han existido apoyos complemen- tarios a programas de mejoramiento de facultades de educación a través del Programa Mecesup, sin embargo, éstos han carecido del carácter sistémico que se buscaba producir con el FFID. Durante esta década, el siguiente gran paso de la política educacional en este campo, fue la inclusión de las carreras de pedagogías entre aquellas
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