Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional

B EATRICE Á VALOS 274 misma prueba a egresados en los años 2006 y 2007 no detectó diferencias significativas entre estos grupos en habilidades lingüísticas y matemáticas, lo que indicaría que los estudios realizados no mejoran el capital cultural inicial de los futuros profesores (Larrondo et al ., 2007) 18 . Reconociendo esta condición, se estableció en 1998, en el marco del pro- grama FFID, una Beca de Pedagogía para estudiantes con un nivel determi- nado de puntajes PSU (600 puntos o más) y de notas de Educación Media (promedio 6,0) que fueran aceptados en universidades nacionales. Inicialmen- te, la Beca comprendió una cantidad fija para financiar los costos de arancel junto con una cantidad para compra de materiales de estudio. Sin embargo, eso fue modificado y ahora se financia sólo la totalidad o parte del arancel requerido por la institución. La beca ha logrado atraer una cantidad impor- tante de becarios y el puntaje de corte ha ido subiendo paulatinamente entre 1998 y 2004 (de 615 a 664 puntos) según indica el único estudio disponible sobre el efecto de estas becas (Toledo, 2009). Sobre la base del seguimiento de 111 profesores en ejercicio que fueron beneficiados por la beca entre 1998 y 2004, Toledo hace notar efectos de la beca como mejores resultados SIMCE de los alumnos de profesores becados comparados con profesores no becados. Por otra parte, observa que la mayoría de los profesores becados se ubica en establecimientos particular subvencionados y trabaja con grupos socio-econó- micos más altos. Esta situación resalta la ausencia de políticas que establezcan condiciones para la inserción de estos profesores que favorezcan, por lo menos durante un período determinado, a los establecimientos municipales y a los grupos socio-económicos más bajos. Esta falencia ha sido notada también por Wayne (2002) respecto a la distribución de profesores bien calificados en Es- tados Unidos. Calidad de los procesos de formación La atención a la calidad de los procesos de formación corresponde prin- cipalmente a los propios programas de formación y a las instituciones en que se insertan. Sin embargo, las políticas públicas o la ausencia de ellas es también un factor importante en la calidad de estos procesos. El rol que ocupó la unidad coordinadora del Programa FFID, que estuvo insertado en la División de Educación Superior del Ministerio de Educación, fue decisivo para el modo como las instituciones participantes elaboraron su diagnóstico y para los contactos internacionales que facilitaron becas, pasantías, asistencia 18 Hay que advertir que se alcanzó un número bastante más bajo de futuros profesores en último año en 2006 que los que dieron la prueba en el 2002 cuando estaban en primer año.

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