Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional
H ARALD B EYER • C AROLINA V ELASCO 188 nivel, algo que no se observa en la educación particular subvencionada 7 . Esta situación tiende a darse típicamente cuando los sostenedores y, particularmen- te los directores, no están poniendo atención al desempeño de sus profesores y su esfuerzo en materias pedagógicas es muy escaso. La ausencia de gestión en este ámbito puede deberse a que su énfasis está puesto en asuntos administra- tivos y no existe una visión de largo plazo que oriente la tarea diaria, se carece de liderazgo o capacidad para abordar la tarea, no hay exigencias mayores al respecto o, lo que es más probable, una combinación –en distintas propor- ciones– de todos estos factores. Los cambios institucionales en desarrollo, en particular, la definición de estándares de aprendizaje, que deberían incluir estos aspectos, y su exigencia, podrían contribuir a resolver este problema. Por cierto, hay que asegurar que ello no sea el producto, aunque no parece serlo, de una estrategia de separación de los estudiantes de acuerdo a habilidades. Aunque esta estrategia pedagógica es controvertida, hay evidencia reciente proveniente de estudios experimentales que sugiere que puede beneficiar a todos los estudiantes 8 . Por último, no se puede negar que el debate respecto de nuestro sistema escolar y, en particular, sobre la provisión estatal y privada, se relaciona también con la existencia de financiamiento compartido y aportes municipales a la edu- cación, ya que ello posibilita que el gasto por estudiante sea desigual. Sin em- bargo, sería ingenuo pensar que un sistema de educación pública garantiza esa igualdad 9 . Muchos países con un sistema educativo entero o mayoritariamente público reportan grandes diferencias en el gasto por estudiante. El caso más evi- dente, pero no único, es Estados Unidos, donde la educación es administrada y financiada en gran parte de manera local, lo que genera que los recursos con que cuentan los distintos distritos escolares sean muy diferentes entre sí llegando a razones de hasta 4 a 1 10 . Este es un fenómeno que, en algún grado, se manifiesta también en nuestro país. Pero lo que hace complejo el debate en Chile es que son las familias las que hacen los aportes y ello genera preocupación y una sen- sación de inequidad en algunos sectores. Al discutir sobre educación pública, entonces, no parece sensato soslayar esta característica del sistema escolar nacio- nal que, por los demás, es bastante única, aunque no exclusiva. 7 Un análisis reciente al respecto se encuentra en Larrañaga et al. (2009). 8 Al respecto conviene consultar Duflo et al. (2009). 9 Es importante notar que en países donde la educación gubernamental es gratuita, como Australia (Anderson, 2007), los establecimientos pueden pedir aportes voluntarios a sus apoderados, lo que, ciertamente genera diferencias según sean las diferencias socioeconómicas de las familias. 10 Al respecto consúltese la publicación Public Education Finances .
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