Ecos de la Revolución Pingüina: avances, debates y silencios en la reforma educacional
V IEJOS D ILEMAS Y N UEVAS P ROPUESTAS EN LA P OLÍTICA E DUCACIONAL C HILENA 17 tramitación legislativa de estas iniciativas han estado marcadas por la dinámica de la política contingente, en desmedro de los análisis basados en la evidencia más rigurosa disponible al respecto. La relativa carencia de debate público informado sobre algunas políticas educacionales relevantes, encuentra quizás su mejor ejemplo del Chile reciente en el tercer tema abordado en esta sección: la Ley General de Educación esta- bleció una importante modificación en los años de duración de los niveles de educación básica y media, pasando de 8 a 6, y de 4 a 6 años respectivamente. Sobre esta “modificación”, que en otro contexto hubiese calificado para consi- derarse por sí misma una “reforma educacional”, prácticamente no ha habido reflexión pública; más aun, ni en el proceso de toma de decisiones de la auto- ridad sectorial ni en el proceso legislativo fueron dados a conocer los antece- dentes y argumentos que fundamentan tan sensible cambio, ni se ha conocido un programa de acción para cómo llevarlo a cabo y enfrentar los numerosos desafíos logísticos de su implementación. Jacqueline Gysling y Denise Hott en su artículo “Cambio de estructura del sistema escolar”, comienzan a llenar este evidente vacío. Una idea central para las autoras es que este cambio no puede ser interpre- tado como una vuelta a la estructura pre-reforma de 1967, con la que si bien tiene la similitud formal de ser dos ciclos educativos de seis años, presenta di- ferencias sustantivas, como por ejemplo, respecto del propósito de cada nivel. Así, mientras en la estructura previa a 1967 existía un primer ciclo orientado a la alfabetización básica universal y un segundo ciclo selectivo, de elite y pre- paratorio para la universidad, la estructura creada por la actual reforma busca equilibrar mejor los desafíos formativos de una escolaridad obligatoria de doce años. El sentido e identidad de cada uno de los ‘nuevos’ niveles del sistema educativo serían: una educación básica centrada en la formación integral de los alumnos, más allá de la alfabetización, y una educación media destinada a completar dicha formación integral en un contexto de autonomía progresiva de los jóvenes estudiantes y de preparación para la integración a la sociedad en múltiples roles, más allá del ingreso a la universidad. En su análisis, Gysling y Hott ponen un especial énfasis en las actuales condiciones y las probables consecuencias de esta reforma sobre los grados que se verán más afectados (7º y 8º básico), tanto en términos de la formación de los docentes que trabajan en ellos como de las demandas curriculares que les son propias. A partir de información provista por el SIMCE, las autoras identifican una relación positiva entre docentes con formación disciplinaria especializada y resultados de los alumnos de 8º básico. Esta evidencia (metodo- lógicamente muy preliminar, debemos decir) es presentada como un respaldo para acompañar esta reforma de ciclos escolares con un proceso de formación
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