La agenda pendiente en educación: profesores, administradores y recursos: propuestas para la nueva arquitectura de la educación chilena

35 Cristián Bellei, Daniel Contreras, Juan Pablo Valenzuela para la discusión aquí contenida. Algunas propuestas son optimistas en ima- ginar un rol activo de actores comunitarios en las tareas de administración es- colar, ya sea como integrantes de los consejos escolares o eventuales consejos comunales de educación. Sin embargo, independiente de la suerte que corran dichas propuestas, profundizar el control social sobre la escuela y el sistema escolar en general, aumentando la exigencia por una mayor responsabilidad y cuenta pública sobre su trabajo, así como contar con familias más informadas —no solo para elegir entre establecimientos, sino también para exigir mayor calidad al establecimiento en que en definitiva se educa su hijo—, serían sin duda factores de fortalecimiento de la administración del sistema escolar, cual- quiera sea la opción organizacional que se elija. R ecursos Los recursos fiscales adicionales provenientes de la modificación de la regla de superávit estructural se destinarán en gran medida a lograr una educación de mayor calidad y equidad; así, la aprobación a fines de 2007 de la Ley de Subvención Escolar Preferencial, la creación para el año 2008 de un Fondo de Gestión para la Educación Municipal de 100 millones de dólares, así como el incremento permanente del 15 por ciento del valor de la subvención regular, al cual se suma un 10 por ciento adicional para la educación rural, dan cuenta de un incremento histórico para este año en el presupuesto público de educación. Sin embargo, en el marco de la construc- ción de una Nueva Arquitectura de la educación chilena, aún está ausente la definición de las adecuaciones permanentes que tendrá nuestro sistema de financiamiento. En efecto, a pesar de la relevancia que tiene la magnitud de recursos financieros en educación, la experiencia internacional y local da cuenta que ello no es suficiente para alcanzar los objetivos de mayor calidad y equidad. Las investigaciones de Hanushek (1989 y 2006) y Wobmann (2003) han mos- trado consistentemente que los esfuerzos sistemáticos, de los países desa- rrollados y en desarrollo, por incrementar la magnitud relativa y absoluta de recursos financieros destinados a educación no han incrementado los logros escolares del promedio de los estudiantes, ni revertido —en la mayoría de las experiencias comparadas— la inequidad en la distribución de dichos logros entre los estudiantes de diferentes grupos socioeconómicos. Chile no ha sido una excepción: los aportes adicionales provenientes del Financiamiento Compartido y de la Jornada Escolar Completa —los cua- les, en promedio, duplicaron el monto disponible de recursos por estudiante para los colegios subvencionados que cuentan con ambos programas— han

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