La agenda pendiente en educación: profesores, administradores y recursos: propuestas para la nueva arquitectura de la educación chilena

197 Harald Beyer cios análogos utilizando solo información sobre educación e ingresos reportados por los padres en los cuestionarios Simce sugieren diferencias máximas asocia- das a estas variables no muy distintas a la que sugiere el primer instrumento. Por supuesto, estas diferencias pueden ocultar ineficiencias en la gestión de los establecimientos a los que asisten los niños y jóvenes de menor capital cultural y social. Pueden, en ese sentido, estar sobreestimadas. De hecho, Mizala et al. (2002) encuentran importantes diferencias de eficiencia entre establecimientos particulares pagados y particulares subvencionados y, sobre todo, municipales. Más allá de las advertencias que se plantean en este estudio, las diferencias de eficiencia son importantes, sugiriendo que los establecimientos particulares sub- vencionados y, especialmente, los municipales podrían subir mucho sus desem- peños con los mismos recursos si se organizaran de otra manera. Por supuesto, puede ser que estén constreñidos por los arreglos institucionales imperantes en el país, pero ello puede incorporarse en el análisis e impone un costo adicional que el Estado debe incorporar en sus decisiones de asignación de recursos. Estos antecedentes pueden utilizarse para estimar las compensaciones que asegurarían un rendimiento similar entre estudiantes o si se quiere que nos movería en la dirección de un sistema educativo donde el origen no marque la suerte de los niños y jóvenes en el sistema escolar. Aplicando muy rústicamente los resultados que provienen de las estimaciones de funciones de producción de la educación que se han hecho en Chile pueden calcularse de manera muy preliminar algunos rangos de valores que debería tener el financiamiento por estudiante si el objetivo es asegurar un desempeño similar entre estudiantes. Uno de los problemas que presenta este ejercicio es que las mediciones de muchas de las variables de interés son imperfectas o que las variaciones de gasto por alum- no son relativamente modestas en la educación subvencionada, incluso con la presencia de aportes municipales y financiamiento compartido (ambas variables pueden estar sujetas a errores de medición). Pero siguiendo este marco de refe- rencia se puede estimar que niños que provienen de hogares cuyos padres tie- nen un alto nivel de escolaridad y elevados ingresos no necesitarían más recur- sos adicionales a los que se han contemplado para 2008 si el objetivo es alcanzar un rendimiento en el Simce de entre 280 y 300 puntos. Para alcanzar el mismo objetivo, los niños cuyos padres no han completado la básica y que tienen bajos ingresos necesitarían disponer de un financiamiento aproximado que va entre 75 y 105 mil pesos dependiendo del modelo específico que se emplee. Estas cifras son solo tentativas y requeriría un estudio mucho más acabado y preciso que los que se encuentran en la literatura empírica actualmente disponible. Véase Mizala, Alejandra, Pilar Romaguera y Diego Farren, 2002, “The Technical Efficiency of Schools in Chile”, Applied Economics , vol. 35. Un reciente estudio que contiene un interesante ejercicio preliminar para determinar los valores

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