La agenda pendiente en educación: profesores, administradores y recursos: propuestas para la nueva arquitectura de la educación chilena
15 Cristián Bellei, Daniel Contreras, Juan Pablo Valenzuela carece de instrumentos efectivos para promover y “exigir” un mejor servicio educativo para los alumnos. Sin embargo, para sostener un edificio los pilares necesitan cimentarse en una base sólida. En educación, esa base son las capacidades docentes para enseñar, las capacidades de los equipos directivos y los administradores para gestionar las escuelas y liceos, y los recursos puestos a su disposición. Sin una preocupación explícita por desarrollar dichas capacidades y asegurar una distribución más equitativa de los recursos, la nueva reforma educacional verá amenazado su impacto en el aprendizaje de los alumnos. En efecto, la evidencia disponible en países que han intentado este tipo de reformas indica que poner metas y plazos exigentes a las escuelas y sus profe- sores, y luego sancionar —o amenazar con sancionar— severamente a quienes no las cumplen, no solo no garantiza el mejoramiento buscado, sino que puede tener efectos contraproducentes, como por ejemplo, aumentar la discrimina- ción hacia los estudiantes más necesitados, o empeorar el ya deteriorado clima de convivencia en muchas escuelas. Esos mismos estudios señalan que el fac- tor clave para que estas reformas tengan alguna viabilidad es precisamente el mejoramiento de las capacidades de docentes y administradores educacionales; sin embargo, estas capacidades no se generan por la sola presión o amenaza, ni tampoco porque haya más presupuesto. Por último, existe un debate muy fuerte acerca de la justicia de aplicar sanciones y distribuir recompensas en con- textos de marcada desigualdad de condiciones y recursos, entendiendo estos últimos en un sentido amplio. El Consejo Asesor Presidencial había recomendado modificaciones sus- tanciales en estos tres ámbitos. Por una parte, propuso crear una carrera pro- fesional docente que promueva el desarrollo de los profesores, valore sus ca- pacidades y el buen desempeño; haga de la desidia y el estancamiento un riesgo y del trabajo bien hecho, una seguridad; una carrera docente donde la medida de todas las cosas sea crear mejores oportunidades de aprendizaje para los alumnos a quienes se educa. Esto implica un gran cambio de las re- glas que rigen la gestión de los recursos humanos docentes. Pero también de Sobre limitaciones estructurales del sistema escolar chileno ver Bellei, C. e I. Mena (1998) “El desafío de la calidad y la equidad en educación”, en Chile en los noventa , C. Tolosa y E. Lahera (eds.), Dolmen / Presidencia de la República, pp. 353-404; OECD (2004) Revisión de políticas nacionales de educación: Chile , OECD; Banco Mundial (2007) El diseño de un sistema efectivo de aseguramiento de la calidad de la educación en Chile , Banco Mundial. Ver por ejemplo, Goertz, M. (2005) “Implementing the No Child Left Behind Act: Challenges for the States”. Peabody Journal of Education , 80(2), 73-89; Evers y H. Walberg (eds.) (2002). Hanushek, E. y M. Raymond (2002) “Sorting Out Accountability Systems”, en School Account- ability , W. Evers y H. Walberg (ed.), Hoover Institution Press, pp. 75-104; y Elmore, R. (2004) School Reform from the inside out , Harvard Education Press (especialmente “When accountabil- ity knocks, will anyone answer?” y “Doing the right thing, knowing the right thing to do”).
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