La agenda pendiente en educación: profesores, administradores y recursos: propuestas para la nueva arquitectura de la educación chilena

147 Gregory Elacqua, Soledad González, Paula Pacheco de votos nulos alcanza un 5,4 por ciento en la elección de alcaldes y un 7 por ciento en la elección de concejales, lo que refuerza la idea que la elección de miembros para los comités de educación tendría una baja participación e interés ciudadano. El argumento respecto de la mayor efectividad y profesionalismo de las decisiones tomadas por los comités educativos, a diferencia de lo que ocurre con las autoridades municipales, tampoco sería efectivo. La experiencia inter- nacional muestra que las actividades políticas de los miembros de los school boards pasan a ser las principales, dejando de lado tareas pedagógicas y de innovación educacional (Henig y Stone, 2004). La evidencia muestra que en los distritos escolares —equivalentes en Esta- dos Unidos a los municipios en Chile— de menor tamaño y más homogéneos, en su composición étnica, religiosa y de clase social, hay menor participación que en los distritos más grandes y heterogéneos (Viteritti, 2005). Las elecciones de school boards son por ello más representativas y democráticas en distritos grandes y constituidos por una población diversa. Se sigue entonces que este tipo de elecciones podría llegar a producir una mayor estratificación entre mu- nicipios (Hochschild, 2005). Esto puede ser problemático en Chile ya que la mayoría de las comunas son pequeñas. Más del 80 por ciento tiene menos de 50 mil habitantes y las tasas de ruralidad están inversamente asociadas al ta- maño de la población. Además, la composición socioeconómica de las comunas chilenas es muy dispar. Existen pocas comunas muy ricas y muchas comunas muy pobres. En Brunner et al. (2007: 65) se observa claramente que la enorme mayoría de las comunas chilenas no superan los 200 mil pesos de ingreso familiar mensual. Es posible entonces que efectos como los encontrados en Estados Unidos se produzcan también en nuestro país. Con respecto a la capacidad de los ciudadanos de realizar accountabi- lity político a través de la elección de ciertos candidatos y responsabilizar así a los miembros de los school boards por los resultados educacionales de un distrito surgen diversas interrogantes. ¿Cómo evalúan los electores el éxito o fracaso educacional? ¿Y cómo se relacionan esas evaluaciones del electorado con las decisiones de políticas? Es difícil para cualquier ciudadano discrimi- nar si los resultados se relacionan con la implementación de ciertas prácticas o al origen sociofamiliar de los alumnos —muchos expertos concuerdan en la influencia del origen socioeconómico de los alumnos sobre los resultados educacionales— u otra variable de ese tipo. Es difícil desentrañar los insumos que producen buenos resultados cuando no existen medidas sofisticadas de valor agregado (Berry and Howell, 2005). En la próxima sección se retoma esta idea.

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