De cobre, microbios y arte
Experiencias previas de arte con microorganismos 51 Fig. 24. Jeff Tabor. Retrato de Albert Einstein, c. 2009. Fotografía bacteriana, ⌀ 9 cm. Cortesía del autor. Posteriormente, un equipo a cargo de Chris Voigt (ahora académico del Instituto de Tecnología de Massachusetts) consiguió, también con ingeniería genética, que una Escherichia coli responda de manera diferenciada a los distintos colores primarios de la luz, cada uno de los cuales activa la expresión de un gen específico asociado a la producción de una enzima particular (Fernandez-Rodriguez et al., 2017). Entonces, basado en que la actividad de cada una de estas enzimas se puede identificar con un sustrato cromogénico distinto, si se adiciona ya no uno, sino tres indicadores al medio, se pueden conseguir tres colores diferentes en el cultivo. Por tanto, si se proyectan luces de colores sobre las bacterias mientras estas son incubadas, una vez que el césped haya crecido se podrá observar que las bacterias producen tres pigmentos diferentes, según el color del estímulo lumínico que hayan recibido en cada sector, resultando en una fotografía bacteriana a color.
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