Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

96 clavijo e ifigenia Goethe exploró y pensó el tipo de vivencia exitista del hombre ligado al poder a fines del siglo XVIII. Parece haber estado muy consciente de la relación del intelectual con el poder al cual servía y, a la vez, se oponía, porque veía en esa fuerza todavía demasiadas connotaciones propias del poder alejado de la razón ilustrada. Para Goethe no había una escena cómica de este vínculo. Se desarrollaba dicho vínculo a la manera de una tragedia. El caso de Goethe se vuelve más asombroso cuando vemos que él mismo se refirió a este tema en su drama titulado precisamente Clavijo , escrita y estrenada en 1774 . Clavijo Fajardo, ilustrado liberal español, enemigo de los elementos oscurantistas de la España en que vive, pero a la vez funcionario de la corte, amigo del poder despótico, un archi- vero que maneja el acceso a la información, bajo cuyo cuidado descan- sa documentación valiosísima, legal y secreta (era oficial del Archivo Real). Clavijo Fajardo bien podría ser Andrés Bello. Eso sí, solo en par- te, pues la tragedia de Clavijo es la de un arribista enceguecido por los recintos a los que accede. Clavijo abandona a una mujer que lo ama a la cual ha pedido en matrimonio. Una especie de Mefistófeles, un amigo de las esferas del poder, lo acompaña y lo mal conduce siempre. Le aconseja subir más y pisotear lo que va quedando bajo él. Cinco años más tarde, en Ifigenia en Táuride (reescrita en 1781 ), Goethe se dará a exponer los vínculos con el poder, especialmente el de un espíritu sensible y articulado frente al poder bárbaro. Al igual que la pieza de Eurípides sobre la que está basada, la de Goethe trata sobre la hija supuestamente sacrificada del rey Agamenón y la rei- na Clitemnestra, que según una versión muy extendida habría sido traslada por la diosa Artemisa a la lejana costa de los tauros, en la actual Crimea. Allí, en lugar de haber sido sacrificada ante la ima- gen de la diosa según acostumbraban a hacer los habitantes con todo extranjero, Ifigenia es destinada a una difícil ocupación: deberá sa- crificar ella misma a los nuevos extranjeros. En esa costa recala su hermano Orestes, con quien se reconocen. Tras conseguir la venia del tauro gobernante, Ifigenia puede zarpar y regresar a su patria. La Ifigenia también aparece como una verdadera funcionaria al servicio de los bárbaros que la han capturado en las costas. Paga Ifigenia su

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=