Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

87 ensangrentáis en duelo fratricida, ¡ah! no invoquéis, por Dios, de gente extraña el costoso favor, falaz, precario, más de temer que la enemiga saña. ¿Ignoráis cuál ha sido su costumbre? Demandar por salario tributo eterno y dura servidumbre. 48 Los Amunátegui aclaran que esta fábula es de contenido similar a la de Estesicoro, que parafrasea Aristóteles en el capítulo 20 del libro 2 de su Retórica , que Horacio incluyó como obra suya en latín en la epístola 10 del Libro 1 , y que en vez de un toro y un caballo, encerraba un caballo y un ciervo: 49 La moralidad que Horacio deduce de la fábula mencionada, nos pa- rece algo forzada. El caballo quedó sujeto al poder del hombre, no por haber tenido repugnancia a limitarse a poco, como lo dice el poeta latino, sino por haber buscado el ausilio de un poderoso para vengarse de un enemigo que le habia arrebatado, lo suyo, como lo dice el poeta griego. Entre una i otra cosa hai mucha diferencia. 50 Lo mismo ocurre con las versiones de La Fontaine y Samaniego, quie- nes sostienen que lo que hizo el caballo fue buscar “la maña” del hom- bre al intento de una venganza que nunca vale el precio de la libertad. El más atinado de todos, comentaban los Amunátegui, había sido Fedro, quien reemplazó al ciervo por un jabalí, el cual había “enturbiado el vado donde [el caballo] acostumbraba calmar la sed”, deduciendo que era preferible “devorar un insulto que entregarse a un extranjero”. Los Amunátegui puntualizan, sin ánimo de pedantería, que Bello “ha sabido ademas evitar el defecto capital de Estesicoro i Horacio sin seguir las huellas de Fedro i de La Fontaine pues no nombramos a 48 “El hombre, el caballo y el toro”, vv. 27 - 36 , ibid. , p. 353 . 49 Gregorio Víctor y Miguel Luis Amunátegui ( 1861 , pp. 215 - 6 ). 50 Ibid., p. 215 .

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