Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

83 animales En el tomo dos del Repertorio Americano Bello publica una descrip- ción de un “hombre salvaje” que fue descubierto saltando de “ramo en ramo” y dando caza a aves en “los bosques y montañas de Harztwald en Bohemia”, que, conjetura “debe haberse extraviado en su infancia”. Esta noticia del hombre devuelto a la animalidad lo impresiona. Se trata de una pérdida de urbanidad, de un hombre bravío sin juicio, sin razón, sin ley, perdido en la infancia. Como veremos más ade- lante, Bello verá al hombre como un animal que debe siempre estar civilizado, para así conservar su libertad original y no regresar nunca a una supuesta naturaleza primigenia. Esa naturaleza siempre debe estar filtrada por la agricultura. 42 En su Filosofía del entendimiento , Bello reflexionaba sobre el pe- rro. Pensaba que el perro no obedecía a su puro instinto, sino que también a su inteligencia. El perro aprendía de su experiencia, y, por lo tanto, se sometía al imperio de su inteligencia, aprende, se educa (“la necesidad y el peligro desenvuelven una astucia y sagacidad ma- ravillosas”). 43 Mucho después, en el título IV del Libro Segundo de su Código Civil , incluyó, con ocasión de la “ocupación” —que es un por la primera vez las inaccesibles alturas que circunvalaban la capital de Venezuela, y así como los valles de Aragua se vieron cubiertos poco antes con el lozano verdor del añil, aparecieron simétricamente coronadas de café las cimas y las laderas que habitaban los tigres y las serpientes”. Bello, citado en Grases ( 1946 , p. 168 ). 42 En su mezcla de ensayo y novela biográfica Bello en Caracas , Hernán Díaz Arrieta “Alone” cita la Vida de Samuel Johnson , de James Boswell. Johnson tuvo que aban- donar los estudios en la Universidad de Oxford cuando sus pares notaron que sus dedos asomaban por sus zapatos. Bello debió abandonar los estudios de Medicina y Derecho para atraer dinero a la casa paterna. Dice Alone: “No hay, por lo demás, mejor modo de aprender que el enseñar”. EnAlone ( 1963 , p. 52 ). Eso, para Andrés Bello, lejos de restringirlo al corral de su profesión, fue como “la carne de esos ani- males que se nutren libremente en la naturaleza [y que] tiene un gusto más sabroso que el de las bestias encerradas por el hombre”. Boswell, en Alone, ibid., p. 53 . 43 En “De la inteligencia en los brutos”, Bello escribe: “Los brutos tienen incontes- tablemente una especie de inteligencia, en que entra como una de las facultades elementales la sensibilidad, de la misma manera que en la nuestra; pero la sensibi- lidad sola no es capaz de los actos intelectuales que se nos revelan en ellos, como tampoco lo es de los actos intelectuales de que tenemos intuición en nosotros. El perro bastaría para probar que los fenómenos de la inteligencia en los brutos no pueden explicarse por la mera sensibilidad: el perro, que entiende nuestras órde- nes y las obedece; en que como en nosotros, la necesidad y el peligro desenvuel- ven una astucia y sagacidad maravillosas; cualidades que no debe a un instinto ciego, sino a la experiencia, esto es, a la observación y al raciocinio”. Filosofía del entendimiento, en Bello (Vol. III, p. 221 ).

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