Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

82 la civilización, y cuando se expresa en su mayor desmesura, aún no intervenida por la mano humana. 38 Pero no solo eso. La agricultura será para Bello superior a la meta- lurgia. Escribe, joven, en su historia económica y política de Venezuela: Entre las circunstancias favorables que contribuyeron a dar al sis- tema político de Venezuela una consistencia durable debe contarse el malogramiento de las minas que se descubrieron a los principios de su conquista. La atención de los conquistadores debió dirigirse desde luego a ocupaciones más sólidas, más útiles, y más benéficas, y la agricultura fue lo más obvio que encontraron en un país donde la naturaleza ostentaba todo el aparato de la vegetación. 39 Para Bello la agricultura es una lucha contra la exuberancia, una ma- nera de darle una organización a una tierra “fértil” e incluso un clima “benigno”. No es una agricultura de región inhóspita, en la que cuesta extraer de la naturaleza su fruto. Es una agricultura en que la natu- raleza sobrepasa las dimensiones humanas y en que lo humano debe discernirse no tanto por necesidad como por virtud. 40 41 38 Hagamos aquí un paréntesis y recordemos aquel momento excepcional, catastrófi- co, en “El terremoto en Chile”, de Heinrich von Kleist, que impide la muerte de los amantes. El Derecho no descansa sobre estas excepciones. Son estos casos, precisa- mente, las excepciones al Derecho (o al menos así es pensado desde la dogmática jurídica). El Derecho ha descansado desde hace mucho sobre las voluntades hu- manas y, desde un tiempo a esta parte, sobre la libertad. Bello adhirió a esta visión cuando el acontecer europeo problematizaba esos conceptos. Santiago de Chile pa- recía estar lejano de los terremotos de la historia, de la actividad sísmica de las ideas. 39 Bello, en Grases ( 1946 , p. 151 ). 40 Esta es una idea muy presente en Bello. Por ejemplo, en el tercer tomo de El Re- pertorio Americano , de abril de 1827 , publica el artículo “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV […], coordinada e ilustrada por don Martín Fernández de Navarrete”, donde comenta: “A la España sola cupieron en suerte grandes y cultos imperios, cuya población embotó el hacha de la conquista y retoñó bajo sus estragos”. “Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV”, en Bello (Vol. XXIII, pp. 452 - 3 ). 41 La agricultura, además, es para el joven Bello un ejercicio imaginativo: “[no imagi- naban que] pudiera haber otra propiedad útil que la de los valles o las orillas de los ríos” porque la agricultura se debe a un “genio activo”, que transforma el paisaje, aleja a las fieras, hace posible una vida apacible, el habitar y el degustar. Así, cuan- do entró el café en Venezuela: “Bien pronto se vieron desmontadas, cultivadas y cubiertas de café todas las montañas y colinas, que conservaban hasta entonces los primitivos carácteres de la creación. La mano y la planta del hombre penetró y holló

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