Andrés Bello: libertad, imperio, estilo
790 padre, que viajó a Caracas a conocer a Ana López, la madre de Bello, aún viva, hacendosa y llena de energía, en 1846 , lo expresa mejor. Ana Antonia López era una mujer nacida, criada y madurada en “la Colonia” y, que pese a que “legó a su hijo los frecuentes dolores de ca- beza i la longevidad” 235 cuando Andrés Bello lucía viejo y desdentado, desvelándose por las repúblicas jóvenes, ella parecía más viva, según las impresiones del nieto. Le impresionaba la vejez de su hijo, como se nota en esta carta del hijo al padre: “Los retratos [suyos] le han causado infinito placer; pero [a Ana Antonia López] le cuesta confor- marse con la idea de que Usted tenga canas, i que le falten dientes”. 236 Era como si la nueva república envejeciera más rápido que la vieja pero hacendosa Colonia. En definitiva, los hermanos Amunátegui y sus hijos fueron los crí- ticos del romanticismo hispano. Pero este trabajo no lo hicieron resi- diendo en los centros neurálgicos de la cultura europea, participando de la bohemia parisina —como lo haría después, por ejemplo, Vicente Huidobro en la vanguardia—, sino que desde sus existencias mínimas en las cátedras de la Universidad de Chile, institución a la que cuida- ban como a una joven y robusta nodriza. Tal manera de enfrentar a la colonialidad es extraña. A la inversa de lo que muchos miembros de la elite criolla hacían al viajar desde finales del siglo XVIII a empaparse a Europa de una existencia “ci- vilizada” (o sea, en calidad de turistas), los Amunátegui estudiaron a Europa, desde su condición aldeana chilena, como si se tratase de una rareza digna de ser celebrada; pero también, casi siempre, de ser criticada y disciplinada. Esta posición, con todo, no debe ser confundida con la de ciertos grupos intelectuales conservadores chilenos. Aquellos, desde el siglo XIX, pero especialmente a principios del XX, comenzaron a hablar de Europa como de un ancestro que sufría demencia senil. Se burla- ron de las extravagancias progresistas europeas muchas veces, y casi siempre celebraron a los pertinaces conservadores hispánicos, como Vásquez de Mella. 235 Amunátegui Aldunate ( 1962 , p. 3 ). 236 Citado en ibid ., p. 3 .
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