Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

787 lo cual se le demuestra a la “docta corporación”, que es como él la llama, “cuán difícil es estirpar un vocablo que pertenece al lenguaje corriente”. 228 229 Las imprecaciones contra la Academia española, las llamadas de atención y poses de mejor casticismo no eran novedad. Las pesadas respuestas de la Academia, tampoco. Gómez Asencio señala que la esperada edición de la Real Gramática española de 1854 acusaba a “al- gunos” de entregarse a “sutilezas metafísicas [...] para probar que el artículo y el pronombre personal son una misma cosa”. 230 Con ese “algunos” se referían los académicos españoles nada menos que a An- drés Bello. Aquel, en su Gramática , había sostenido algo que solamen- te la falta de pericia física y metafísica podía resumir en un supuesto intento por hacer tal del pronombre y el artículo. En la reedición de 1857 de la misma, Bello supo defenderse con su impecable elegancia. No es entonces motivo de sorpresa que Miguel Luis Amunátegui Reyes —al servicio de una pretérita causa genealógica— se haya dado a buscar las erratas españolas como también los desaciertos a plena luz del día, habiendo llegado él mismo a presidir la filial chilena de la Academia de la Lengua. Hay que decir que Amunátegui Reyes era un esteta del idioma, un relicario de las palabras que en España se perdían, pero que en Chile y en la América de entonces se preservaban. Ante la supresión de tantas palabras en el Diccionario , propone en sus Borrones gramaticales crear un cementerio. Sí, un cementerio para las palabras. Si la Real Aca- demia Española, sostiene, quiere eliminar palabras por considerarlas “arcaísmos”, lo mejor será conformar un “vocabulario especial”, pues esas palabras merecen “siquiera una lápida conmemorativa”. 231 Unía a esa crítica a la oficialidad de la Academia, la censura a aquel que 228 Ibid ., p. 70 . 229 En su Gramática, Bello había escrito: “Hay locuciones castizas que en la Península pasan hoy por anticuadas, y que subsisten tradicionalmente en Hispanoaméri- ca: ¿Por qué proscribirlas? Si según la práctica general de los americanos es más analógica la conjugación de algún verbo, ¿por qué razón hemos de preferir la que caprichosamente ha prevalecido en Castilla?”. Gramática , en Bello (Vol. IV, p. 10 ). 230 Gómez Asencio ( 2009 , p. 249 ). 231 Amunátegui Reyes ( 1894 , p. 62 ).

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