Andrés Bello: libertad, imperio, estilo

781 entre patriotas y realistas, después entre carreristas y o’higginistas. Así ocurre, por ejemplo, con los escritos de Gandarillas, personaje a quien valora por su compromiso patriota, pero que no recibió ni si- quiera la necrológica de rigor que se rendía a todos los patriotas cuan- do morían. Sostiene que fue con la Historia General de Barros Arana que las letras historiográficas comienzan a lucir un aspecto imparcial, que podía ser reforzado con nuevas investigaciones. Lo mismo dice sobre Vicuña Mackenna, aunque, en opinión suya, la sangre irlandesa le habría impedido mayor neutralidad, puesto que siempre se puso del lado de los derrotados, al punto de valorar ora a los Carrera ora a O’Higgins en los respectivos libros dedicados a los ostracismos de esa familia y aquella persona. 209 En suma, era la Universidad de Chile la que había suministrado historiadores de cierto profesionalismo, y no el sistema educativo colonial. prevención del desdén La visión de Domingo Amunátegui Solar acerca de las letras cautivas de la política no es una defensa de la “apoliticidad” de las letras: no adscribe a una teoría de las letras que las enaltezca porque son más importantes que la política. Por el contrario, ensalzaba a Manuel de Salas —tal como una vez lo hizo su padre Miguel Luis, en su famosa biografía Don Manuel de Salas— , precisamente porque su escritura fue lo suficientemente persuasiva como para impulsar y concretar las transformaciones que hemos citado. Hay, por lo mismo, en esta con- cepción de las letras, un aprecio por la utilidad de los escritos que se dedican a lo actual. En su cronología de las bellas letras menciona la Memoria sobre las primeras campañas en la guerra de independencia , de 1845 , escrita por Diego José Benavente, y La dictadura de O’Higgins , de 1853 , de Mi- guel Luis, su padre: “Ambos estudios merecieron marcados elogios de personas instruidas y de la juventud educada”. 210 Sin perjuicio de 209 Ibid., pp. 28 - 31 . 210 Ibid., p. 30 .